El Alma del angel

Cuando por fin encontré la sala donde se daba mi primera clase, me sorprendió ver que era más grande de lo que había creído. Se encontraba en el cuarto piso, y los asientos estaban dispuestos alrededor de una pequeña plataforma.
No había nadie, así que fui a buscar un sitio en las filas de atrás.

Poco a poco fueron entrando otros alumnos. Todos eran, como mínimo, varios años mayores que yo, y llevaban túnicas negras, igual a la que no había querido ponerme. De todas maneras, no era obligatorio.

Elyon entró en la sala, subió a la plataforma y se colocó detrás de una gran mesa de madera. Ofrecía un aspecto imponente, y en apenas unos segundos todos dejaron de susurrar y todo se quedó en silencio.

Había pasado la noche en el bosque, dejando que mis pies caminaran con libertad entre los altos árboles. No sabía por donde seguir, y el entrenamiento empezaría en unas horas. Aún así, no me planteé volver. No estaba de humor para mi primera clase con Keith… Ya pensaría en algo. Había llegado hasta el ancho río que cruzaba el bosque, y ya que estaba cansado, decidí sentarme allí. Sabía que si volvía sin haber encontrado a mi padre, tardaría en volver a reunir el valor para salir en su búsqueda.
Entonces, algo se movió entre los árboles. Me levanté, mas asustado que dispuesto a hacer algo, y permanecí atento. Notaba el pulso en mi cabeza, y un par de gotas frías empezaron a recorrer mi frente. Estaba aquí. Podía notar si odio claramente. No pensé. No pude. Mis piernas, casi impulsivamente, saltaron el río, mientras mis manos desenvainaban la espada que llevaba colgada a mi espalda y la descargaban contra un punto en la maleza. Ya no había nadie allí.

- Te esperaba…- Su voz no era humana. Su boca escupía odio palabra a palabra, y su aliento era gélido.
Me giré bruscamente. De nuevo, mi espada cortó el aire. No podía ser… Era imposible.
- Deberías calmarte un poco, ¿sabes?- Lo oí esta vez desde la copa de un árbol- Creí que habías venido a hablar con tu padre.
Con odio e impotencia, salté lo más alto que pude. Ésta vez, no desapareció.
- Pero ya veo que no- Su voz sonaba indiferente. En un movimiento que apenas llegué a ver, me cogió del brazo y me lanzó más allá de los primeros árboles.
Me levanté, rápido.
- ¡He venido para terminar contigo!- Podía sentir como el odio cabalgaba de nuevo por mis venas. No podía rendirme. Me aparté bruscamente, a tiempo esta vez.
- No seas imbécil- Se había quedado totalmente quieto, de espaldas a mí. Era alto, y llevaba una capa negra que cubría su cabeza. Su rostro estaba totalmente cubierto. Se giró lentamente, mientras se quitaba la capucha. Y entonces le vi el rostro. Supe que aquello había terminado, era incapaz de hacer algo. Me miró. Su rostro era joven, prácticamente idéntico al mío. Algo mas adulto- Solo eres un crío- Sus ojos azules seguían penetrándome, mientras se acercaba a mí- Ni si quiera eres capaz de sentir odio aún. No sabes si quiera que es el odio- Seguía mirándome, cuando su mano alcanzó mi pecho lentamente. Quería hacer algo. Lo necesitaba. Estaba delante de mí. Y sin embargo, el miedo me impedía llegar si quiera a tocarle. Su mano se iluminó- No, definitivamente, no estás preparado.

Desperté en el patio de la torre, con aquel intenso ardor en el pecho. No. No había sido un sueño. Me levanté, conteniendo las lágrimas. Volvería, pero no hoy. Ni mañana. Cuando estuviera preparado. Estaba hecho trizas, de modo que subí a la habitación. Aún quedaban unos minutos para la clase.

Entré en la habitación sin hacer el mas mínimo ruido. Aún estaba durmiendo... Tan tarde... Que manera de desaprovechar el día.
-Ice... Ice... ICE!!!! Va, que llegaras tarde al entrenamiento.
Recorrimos todos los pasadizos y cámaras hasta que encontramos la sala. Era inmensamente grande, con un pequeño circulo en el centro, dibujado en el suelo. Aunque parecía imposible, eramos los primeros en llegar, ni siquiera Keith había llegado aún.

-Veamos... Hoy, para empezar, haremos una exhibición. Así veré que sabeis cada uno.
A su lado dejo caer un saco a mi parecer bastante pesado.
-Coged cada uno una piedra, hay de varios colores, os juntareis con la persona que tenga en mismo color que vosotros. Y recordad, es solo una exhibición...
Se formó una cola, y cada uno fue pasando...
-Rojo
-Azul
-Amarillo
-Rojo
-Verde...
-Negro...

Metí la mano en el saco, para sacar una piedra. Negra. Bien... Me gustaba el negro.

- Vale... Pues ya sabes Ice.
Nos pusimos en el centro de la habitación, y ambos cogimos una espada de madera. Las había de diferentes formas, tamaños pesos, cada una a medida. Nos pusimos en guardia, y esta vez, empecé atacando yo. Golpes bastante directos pero lentos, para calentar. Ademas, era una exhibición. Me bloqueo con facilidad, tal y como esperaba. Ahora atacó el. No sé por que, pero juraría que para el, la exhibición era algo mas. Sus golpes reflejaban una fuerza y un descontrol bastante desmesurados. Una de sus estocadas me alcanzó el costado. Parecia que no me habia roto nada, pero aún así, se estaba pasando. Lo empuje un poco.
-Que solo es una exhibición. Es un simple entrenamiento. Una preparación.
Aquellas palabras parecieron trastornarle. Se enfureció aun mas, y fue adquiriendo velocidad paulatinamente en sus golpes que, uno detrás de otro, iba bloqueando o esquivando. Otra estocada me dio, esta vez solo me rozó, pero en la ceja, me pareció sangrar...
-Esta bien...
Lance estocadas por todos los lados. Se le veía bastante apurado para pararlas todas. Justo después de una, vi un hueco libre en su guardia y automáticamente le hice un barrido y cayo al suelo. Le desarme y puse la espada en el cuello en señal del fin de nuestra exhibición. Me acerqué y le tendí la mano. Una vez estaba a mi altura le dije en voz muy baja...
-Antes siquiera de que te diga nada Keith, te lo diré yo. Eres demasiado impulsivo, no controlas tu rabia, y eso hace que te descontroles y pierdas la guardia y, en este caso, el equilibrio.

-Buen combate. Ahora los demás...

Otra vez. ¿Cuantas veces daba tiempo en una mañana a hacer el ridículo de forma impulsiva? No estaba seguro, Aunque afortunadamente, no muchas más. Estaba apoyado en la pared, avergonzado, sumido en mis pensamientos mientras mi mirada absorta miraba como uno tras otro, se sucedían el resto de combates. En esto, Keith se acercó. Sonreí.
- Si, lo se... Demasiado impulsivo
Negó con la cabeza, riendo también.
- Todo es corregible- Se encogió de hombros- También él lo fue en su día... ¿Le encontraste?
- ¿A quien?- Fingí que no sabía de quien hablaba.
- Vamos, Ice... Debes saber que rara vez duermo.
Suspiré. Tardé en responder, pero él permaneció allí. Sabía que le respondería.
- Si... le he encontrado.
No hizo más preguntas, pero tampoco se fue. Permaneció allí, como si leyera mis dudas, y supiera que terminaría haciéndole la pregunta que rondaba mi cabeza.
- La verdad es que podría calificarlo con muchos adjetivos... Pero impulsivo no está entre ellos.
- Pues créeme, lo era en sus principios- Se rió- De hecho, estoy seguro de haber vivido un primer día de clase parecido al de Gawa- Aquello pareció divertirle más aún.

En total éramos unos veinte y no ocupábamos ni la mitad de la sala. Algunos tenían papel y pluma, y libros sobre los que escribir. Yo no había llevado nada, pero eso no me preocupaba demasiado. Confiaba en mi memoria.

-Bueno, podemos empezar.

La clase duró dos horas y media que se hicieron larguísimas. Escuché con atención, con la esperanza de que Elyon abordara algún tema que no hubiese estudiado con Archet. Pero no lo hizo. Enseguida me di cuenta de que estaba hablando de los principios de la magia, ciertamente, pero a un nivel muy básico.
Con todo lo que yo había practicado, esa clase era una pérdida de tiempo.

Cuando dio por terminada la clase, bajé la escalera y lo alcancé antes de que saliera por una puerta.

-¿Maestro Elyon?

Elyon se dio la vuelta.

-Ah, si. No sabía que estuvieras en mi clase. ¿No habré ido demasiado rápido para ti, no?

No cometí el error de responder sinceramente a esa pregunta.

-Ha repasado usted muy bien los conceptos básicos. Los principios que ha mencionado hoy formarán una buena base para los otros alumnos de la clase.

-¿Para los otros alumnos de la clase?

-Ya estoy familiarizada con todo lo que ha explicado.

-Sí, sí. Ya entiendo. Ahora estoy ocupado. Podemos hablar de esto en otra ocasión.

-Desperté de un pesado sueño. Ultimamente solo dormía y eso me espabiló de repente. "Debería estar entrenando y no perdiendo el tiempo".
Me incorporé y puse los pies en el suelo. Me dolían bastante porque se me habían dormido. Salí de aquella habitación y no encontré a Sikial por ninguna parte. Vi unas gachas en una pequeña mesa, situada en el centro de la sala que parecía ser el comedor-cocina. Estaba hambrienta asi que me las tomé con ansiedad. Era curioso que la inmortalidad no quitaba las ganas de comer, al menos para mi, aunque la mayoría de veces no tenía apetito.
Cuando terminé salí de la sala y me adentré en una que no estaba iluminada, sino completamente oscura, chasqueé los dedos por si de ellos brotaba magía para iluminar el lugar. Mientras lo intentaba una voz muy familiar me llamó por mi nombre.
-Alma...
Me puse nerviosa un instante antes de comprender que mi hermano estaba muerto y los muertos no hablaban, o al menos eso tenía entendido.
La sala se iluminó y se cubrió del resplandor anaranjado de las llamas.Una sombra se alzó ante mi.
-Sikial, la proxima vez que hagas eso no seré respetuosa contigo.
Él se rió con sorna.
-No estás preparada para enfrentarte a mi. Además, lo he hecho porque forma parte del entrenamiento. anda vamos, tenemos que recuperar las horas perdidas.
Le seguí con rabia, debía controlarme, el no hacerlo implicaba ser demasiado humana. No, definitivamente iba a cambiar.

La ocasión llegó esa misma tarde. Elyon me llamó cuando iba a salir a la ciudad.

-Esta solo ha sido la primera clase. Iremos avanzando conforme vaya pasando el tiempo. Además, esto va por niveles. Si me demuestras que sabes hacer todo lo que demos en las clases, pasarás al siguiente nivel. Los alumnos de los niveles más altos suelen ayudar a los demás. Así que, ten paciencia.

Se dio la vuelta y se marchó.
Yo seguí caminando hasta alejarme de la torre. Me adentré por las calles, llenas de gente, a pesar de que ya estaba oscureciendo.
No tenía muy claro donde iba, solo quería despejarme. La sede podía llegar a ser muy aburrida.

Paseando por una calle, alguien salió de lo que parecía una posada y se chocó conmigo.

-Lo sien...-hizo una pausa y siguió hablando.-Vaya, hola Chloe.

-Esto...¿te conozco?-Era más alto que yo y se ocultaba tras una capucha. Aun así tenía algo que me resultaba familiar. Pero no estaba segura.

-Bueno, eso espero. Tampoco ha pasado tanto tiempo.-dijo mientras dejaba al descubierto unos ojos negros, al igual que su pelo. Parecía uno o dos años mayor que yo...y sonreía. Tenía unas facciones agradables, que yo casi había olvidado.

-¿Riku?-Si era él, había cambiado muchísimo. Parecía más mayor de lo que en realidad era, y estaba más en forma de lo que recordaba.

Él asintió. No lo habría reconocido nunca.

-Bueno, ¿qué habéis estado haciendo?-preguntó.

Subimos los escalones de dos en dos corriendo. Yo detestaba hacerlo pero tenía que estar en forma en todo momento.
-Condenada subida- pensé.
Al fin alcancé a ver la luz del exterior, aunque el Sol estaba dando paso a la oscuridad de la noche.
-Bien, la siguiente prueba es sencilla. Solo necesitas concentración y moverte con rapidez. Toma este palo.
Me quedé atónita. ¿De que me servía un palo si lo que quería era sacar el máximo partido a la magia?
-Esto...quiero que me conviertas en una maga poderosa, en el ambito de la magia negra como tu la haces llamar. ¿de que me sirve un palo? Lo tiré al suelo y me crucé de brazos.
-Alma, cógelo y no seas niña. No solo tienes que entrenar tu poder. Es importante que practiques con tus armas humanas. Cuanto más domines tu cuerpo, ojos, cerebro, movimientos, velocidad, más poder tendrás sobre tu magia.Todo va unido.
-Comprendo. No dije nada más, prefería no meter la pata, era algo que me sacaba de quicio y la metía constantemente. Recogí el palo y escuche con atención.

Poco a poco fuimos alejándonos de la ciudad, hasta llegar a la playa. Todo estaba bastante mas solitario allí.
Le conté todo lo que nos había pasado sin muchos detalles. Me interesaba más saber que había hecho él.

-He estado viajando mucho. En primer lugar fui al sur, a mi casa. En realidad no me queda nadie allí, pero estuve viviendo un tiempo. Me cansé, y después visité todas las ciudades más importantes, o los pueblos que me encontraba en el camino... Me pasaba la mayor parte del día entrenando con la espada, y pocas veces tenía donde dormir... pero podría haber estado peor. Por lo menos he madurado.
Cuando te he encontrado simplemente pasaba por aquí. ¿Qué hacías tú?

-Pues...Gawa, Artemis y yo hemos sido admitidos en la torre de la Sede de magos. Sé que puede sonar bien, pero es más aburrido de lo que parece. Al menos por el momento.

-¿Qué hacéis allí?

-Gawa ahora tiene un arma legendaria, y entrena con ella. Artemis practica magia, utilizando los elementos y yo...Ni siquiera lo sé. Pero como todas las clases sean como hoy en poco no sabré ni utilizar una espada.

-Si quieres yo puedo ayudarte.

-No sé. No creo que se lo tomen bien. Nos abandonaste. Ellos no se fían de ti, y yo tampoco.

-Bueno, está bien. Pero ellos no tienen que decidir nada. Tienes que hacerlo tú, y si cambias de idea... estaré aquí una semana. Te espero a la misma hora, en el mismo sitio.

Me alejé de la playa, dejando a Riku allí, y recorrí las calles más rápido que antes. Era muy tarde. Llegué a la torre y atravesé el jardín hasta la puerta, intentando no hacer ruido y que nadie me viera.

-Bien, primera lección, espalda recta. Siempre que cojas la espada trata de ayudarte con las dos manos y trae el pomo a tu pecho, eso te ayudará a equilibrar el peso.Esa posición tómala siempre que estas en alerta, vigilando los movimientos de tu enemigo. Después deja todo el peso en la mano y brazo que más domines y lanza contra el objetivo, siempre tienes que verlo venir y miralo con los ojos.
Bostecé aburrida de tanta charla.-Todo eso ya lo sé, en mi vida he manejado algun puñal que otro y he acertado, créeme.
-Pero esto no es lo mismo,ahora atiende. Vamos a empezar a luchar.
El viejo Sikial se movía con una agilidad pasmosa. A pesar de tener el cuerpo de un joven, por dentro los años le pesaban. En vez de andar saltaba, podía ser a un árbol o a una roca, pero seguirle con los ojos era una tarea difícil, a pesar de todo, me moví casi tan rápido como él.
-Concentración, nunca creas que la espada va a venir por el lado que aparenta, desconfía, a veces pueden venir por donde menos lo esperas.
Nos lanzamos estocadas, una y otra vez, hasta que di un ligero giro, no exento de belleza y ataqué en la frente de mi adversario. Sikial paró el ataque.
-Brillante, si llega a ser una espada de verdad habrías ganado. Puesto que iba perfecto.
-Pero lo has esquivado
-Bueno, aun te falta para llegar a ser como tu maestro, para eso te entreno
-Tienes razon. Volvimos a bajar a la sala central.

-Autocontrol. Es lo más difícil de conseguir con la magia, y todo está en la mente. Seguramente podéis realizar hechizos muy potentes...que os dejarán agotados al instante. Yo os enseñaré cómo utilizar la energía justa para no cansaros. Lo conseguiremos haciendo esto.-Señaló toda la clase.- De esta manera también adquiriréis el nivel de concentración necesario para realizar clases más avanzadas.-explicó Elyon paseándose entre los asientos.

Llevábamos casi una semana haciendo una especie de retos durante toda la clase. Como éramos pocos, todos participábamos en uno cada día.

-Chloe...Edric.

Nos levantamos de la silla y nos dirigimos al fondo de la sala, donde había una mesa más grande que las demás, con una fila de cerillas a cada lado y dos sillas. Escogimos un sitio, uno frente al otro, y el reto empezó. Todos nos observaban atentamente.
La prueba consistía en encender todas las cerillas del otro, una por una. Podría sonar fácil, pero estaban tan pegadas unas a otras que si empleabas un poco de energía de más, ardían todas a la vez, y perdías.
Como no había normas, se podía hacer lo que uno creía conveniente. Así que protegí mi parte de la mesa con una barrera. Pero él pareció adivinar lo que iba a hacer, porque hizo lo mismo, y las dos magias chocaron en el centro.
Estuvimos más de quince minutos esperando que uno de los dos se diera por vencido, pero no parecía cansarse. Decidí acabar con el reto y, sin que nadie se lo esperara, retiré mi barrera de pronto. Al no encontrar resistencia, su energía se movió hacia mí y ví como aparecían todas las llamas a la vez.

-Bien. Edric, practica.-fue lo único que acertó a decir Elyon, sin dejar de mirarme.

Subí las escaleras hasta las almenas, con un libro de la biblioteca. Es lo que solía hacer desde el día que llegué allí, todas las tardes. Siempre estaba sola y me gustaba ese lugar. Pero ese día estaba inquieta, llevaba mucho tiempo sin hacer nada, sin moverme de allí.
No había ido a ver a Riku, y según lo que dijo, se iría hoy. Tampoco le había dicho nada a los demás, entre otras cosas porque casi no había hablado con ellos, pero sabía que no les gustaría que él hubiera vuelto.
Me asomé para ver toda la ciudad...Desde allí se veía la playa.

Vacilé unos segundos, y después bajé las escaleras en dirección a la calle. No esperaba encontrarlo, pero no perdía nada por probar.

Cuando bajamos me mandó unos ejercicios individuales en una de las habitaciones, esta vez eran de esquivar obstáculos como animales salvajes.
Cuando terminé vi que Sikial estaba especialmente inquieto y ni siquiera hablaba.Me acerqué a él mientras miraba las llamas chispeantes de la chimenea. Le cogí la mano y poco a poco la fui metiendo en lugares recónditos a la vez que empezaba a besarle acercándome a sus labios. le quité yo misma la capucha.
-Alma, no, ahora no estoy para juegos sexuales
Me apartó con brusquedad y me dijo que siguiese entrenando la concentración, se fue por las escaleras volviendo a ponerse la capucha. Yo me quedé ahi parada como una imbécil que ha perdido a su presa.
-Tu te lo pierdes, que te den.
Como vi que no volvía y no me apetecía subir escaleras me senté yo junto al fuego y miré lo que me rodeaba.

-Vaya. Creí que ya no vendrías.

-¿No deberías estar yéndote?

-Sí...Debería.-dijo pasándome una de las dos espadas de entrenamiento que había a su lado. Sin decir nada más, se puso en guardia.
Notaba la precisión de mis movimientos, igual que la rapidez y agilidad de los suyos.
Durante mucho rato no se oyó nada salvo nuestras pisadas amortiguadas por la arena y el sonido de los aceros. No obstante, cuando Riku me hubo desarmado por tercera vez, paramos los dos, en parte porque estaba cansada, pero, sobre todo, porque tenía el filo de su espada rozando mi cuello.

-Estás muerta.

-Sí, he muerto al menos tres veces en una noche. Eso debe de ser un récord, ¿no?-dije mientras apartaba la espada con la mano.

-Jajaja. No te culpes. Será que soy demasiado bueno.

-Seguro.

Pareció que iba a contestar, pero se quedó mirando un punto entre las sombras.
Le seguí la mirada y vi a alguien observándonos. Estaba en la oscuridad y no pude distinguir nada. Cuando volví a mirar, ya no estaba.
Riku se había puesto tenso y parecía nervioso, por lo que hice como si no lo hubiera visto.

-Bueno...Creo que basta por hoy. Nos vemos mañana.

Por fin el primer dia de clase pense cuando me encaminaba al aula que tenia asignada la rama elemental.
Cuando entre en la clase, ya habia algunos alumnos con tunicas verdes esmeraldas y un cinturon de un azul celeste. Segun me habian contado la tunica representaba toda la naturaleza que nos rodeaba, y el cinturon el cielo que se encargaba de cubrirla y protegerla.
Entre y me sente en un sitio intermedio. A los 10 minutos la sala estaba a medio llenar y Lein entro a la vez que cerraba la puerta veo que no mentian con lo de que estas tres ramas eran las menos pobladas debido a su dificultad
Estuvimos toda la clase practicando varias combinaciones de elementos. Casualmente lo que mas costaba de todo era manejar varios elementos a la vez, y mas aun combinarlos. Sin embargo ya estaba familiarizado con aquello y no fue un trabajo muy arduo.
De repente algo llamo mi atencion, asi que levante la mano y hable:
- Señor, ¿por que no practicamos con la naturaleza tambien?
- Buena pregunta Artemis. Veras, para eso primero tendreis que aprender a controlar los 4 elementos. Los magos elementales consideramos que la naturaleza es un quinto elemento formado por los cuatro anteriores, con la diferencia de que este contiene vida dentro de si. Por eso mismo requiere mucha mas concentracion y energia, porque no se trata de crear o manipular algo inerte. Por cierto llamame Lein - dijo con una sonrisa
Aquella respuesta me habia fascinado.
Cuando termino la clase Lein me llamo:
- Artemis, debo felicitarte, veo que aprendes rapido y sin dificultad.
- Gracias, pero hay algo mas que deseo preguntarte.
- Adelante.
- ¿Cuando vamos a ir a aquella sala? La que parece un desierto yermo carente de vida, pero que en el centro tiene un soplo de vida.
- Ah, asi que ya has estado en la Sala Vital. Veras Artemis, aquella sala esta diseñada especificamente para el entrenamiento con la naturaleza. Habras sido testigo de que alli cuesta mucho usar la magia, y si a eso le sumamos que el 5º elemento es el mas complicado...
- Solo los aprendices de mayor nivel y los profesores tienen autoridad para usarla.
- Asi es - dijo con una sonrisa

Eran más de las tres de la madrugada, por lo que todo estaba oscuro. No se oía nada.
Caminamos en silencio, yo de vuelta a la torre, y él de vuelta a...

-¿Dónde te quedas?

-¿Recuerdas la posada en la que nos encontramos?-yo asentí.-Pues ahí trabajo, y el dueño me da alojamiento y comida gratis.

-Ah...

Quería preguntarle por qué estaba allí, y por qué estaba dispuesto a ayudarme sin recibir nada a cambio. Pero apareció otra pregunta en su lugar.

-Oye, ¿por qué fuiste a la tierra?

-Ya sabes que Geth mató a mi madre. Bueno, pues yo vi como huía, y él me vio a mí. Instantes antes de irse me dirigió una mirada cargada de tanto odio que supe que volvería para acabar conmigo. Era el único testigo. Me sentía observado a todas horas, y más de una vez intentó atacarme. Pero, no sé como, convencí a un mago para que me abriera el portal para ir a la Tierra. Y lo hizo.

-Y...¿por qué intentaste matarme, o... a los magos que había allí?

-A los pocos días de llegar casi me mata un coche. Era normal, puesto que no sabía nada de ese mundo, y era tan distinto al mío...Un hombre me encontró inconsciente, me llevó a su casa y me curó. Cuando desperté descubrí que no estaba en una casa, sino en un castillo, y parecía abandonado. Al reunirme con mi "salvador" me contó que formaba parte de una organización que se dedicaba...a acabar con los magos que vivían en la tierra. Nunca supe por qué, pero me dijo que estaba en deuda con ellos, y que tendría que unirme a su causa o me dejarían solo otra vez. No tenía elección. Sabía que no podría sobrevivir mucho tiempo sin ayuda, por lo que acepté.
Tú solo eras una misión más...Y me alegro de no haberla cumplido. No te puedes imaginar cuanto.

Nos paramos delante de la posada, yo no sabía que decir. Tenía que asimilar demasiada información. Riku abrió la puerta y entró, despidiéndose con un "hasta mañana".

Seguí caminando hasta la torre. Cuando crucé el jardín tenía la sensación de que alguien me observaba. Miré hacia todos lados y descubrí a Artemis sentado en un banco, mirándome.

Me quedé despierta toda la noche esperando a Sikial. Su comportamiento me había dejado intranquila, quería saber que le pasaba.
Mataba las horas lanzando chispas a la pared y una de ellas dio contra aquella "D" que tanto suscitaba mi curiosidad. Cada vez que la observaba, Sikial se ponía de mal humor...demasiados secretos me ocultaba.
Me acerqué a la "D" y la palpé con la mano, era de hierro, pintada de un negro tan oscuro como el vacío. Al tomar contacto me sentí muy débil de repente y empecé a gritar, me estaba quemando por dentro, rodé y rodé por el suelo, presa del dolor.
Un pie me paró en seco, era el de Sikial. Cogio unos guantes que tenía en un baúl y me arrastró por el suelo, agarrándome de los pies y llevándome a una sala que no había visto hasta el momento. Apenas me fijé en ella,solo le suplicaba.
-Por...Favor, haz que esto pare, por favor, quema

- Vaya Chloe, hacia dias que no hablaba contigo. Supongo que las clases te habran ido bien ¿no? Por lo que estoy viendo estamos empezando desde el principio, asi que por el momento tendremos tiempo libre. Bueno, cuentame que tal tus primeras clases y experiencias en la torre.
- Ah y una cosa mas, ¿que haces aqui a estas horas?

-Ya, creo que nos hemos separado un poco.
Estamos dando lo más básico, pero no durará mucho tiempo. Avanzaremos rápido.

Cuando hizo la última pregunta, no estuve segura de qué contestar. Por un lado quería decírselo a alguien, pero no sabía si debía.
Lo miré un momento y recordé todo el tiempo que habíamos pasado juntos, y eso me sirvió empezar a hablar. Confiaba en Artemis, era un buen amigo.

Le conté toda la historia, desde lo que ocurrió en Madrid hasta lo de esta noche, pasando por el viaje a la montaña y todo lo demás. Él no me interrumpió en ningún momento, atento a lo que le decía.
Terminé pidiéndole que no se lo dijera a nadie, aunque sabía que no iba a hacerlo. O eso creía.

-Bueno, ¿qué piensas?

- La verdad es que si nos hemos distanciado un poco ultimamente con esto de la magia, pero me alegra saber que aun confias en mi. Y espero que sepas que soy como una tumba para los secretos jaja.
- En cuanto a lo de Riku...es cierto que su pasado no es el mas limpio, pero me inspira confianza sin, practicamente, haberle conocido. Ademas si quisiera matarte o algo por el estilo, ya lo podria haber hecho sin ningun contratiempo y sin que nadie lo supiera ¿no?
- Aunque he de reconocer que aquello que me has contado de la sombra...me resulta inquietante. Y mas aun la reaccion que dices que tuvo Riku.
- Mmmm si quieres me puedo encargar yo de eso. Te recuerdo que mi magia es la elemental y estamos rodeados de naturaleza por los cuatro costados. Tengo mis propios metodos - dije sonriendo

-No creo que haga falta... Salí por una pequeña abertura entre los setos.
-Era Sikial. Estuve preguntando por la torre y dijeron que no era el primer día que lo veían. Es un antiguo mago, experimentado en las artes oscuras y muy poderoso. Por mucho que te esmerases, no creo que solo pudieses herirlo si quiera. No obstante, no vendría mal andarnos con ojo... No sabemos aún lo que ha venido a hacer... Y una cosa mas. Artemis, no te enfrentes a el solo. Ninguno podríamos hacerle nada si no vamos todos juntos.

En el centro de la sala varias velas formaban una D enorme y en cada extremo de esa D había cadenas. Sikial me ató con ellas de pies y manos mientras yo me retorcía en el suelo.
-Antes de perder el sentido vi como aparecían a mi alrededor unas sombras que se movían al compás. Cada vez cerraban más el circulo hasta meterse dentro de mi por la boca. Sentí como bajaban, sanándome por dentro y llenándome de una nueva energía hasta perderse por mis entrañas.Poco a poco el ardor fue haciéndose más débil.
Cuando dejé de moverme y respiré tranquila vi todo más claro. Sikial me miraba fijamente a los ojos. Esa mirada era la misma que tan poco me gustó la primera vez y ahora le podía ver la cara.
-Te dije que no tocaras la D
-No recuerdo que me lo dijeses...solo me mirabas con el ceño fruncido cada vez que reparaba en ella
-Con eso era suficiente y aun así...
-Al menos podrías haberme explicado que es...y por qué me ha pasado esto
Se hizo el silencio durante dos largos minutos.
-Verás, esa "D" es el orígen de las artes oscuras.