El Alma del angel

Sus movimientos estaban demasiado calculados y carecían de sentimientos. No se había movido del sitio durante algunos minutos, lo que me desconcertaba. Al parecer no estaba dispuesto a gastar energías innecesariamente.

Yo no había llevado ninguna espada conmigo, y por allí no había nada que sirviera de mucha ayuda. Sólo disponía de mi magia, por lo que con ella intenté crear una espada. No era mayor que una normal, pero sí más poderosa e iluminaba parte del bosque.
Mi falta de experiencia se compensaba con la inferioridad de su espada, por lo que la lucha se estaba alargando demasiado, sin que ninguno consiguiera acabar con el contrario.

No había vuelto a utilizar la magia y ya era hora de terminar. Retrocedí hasta el árbol más cercano, hasta que me encontré de espaldas a él y sin poder moverme. Gawa aprovechó la ocasión. Levantó su espada para descargarla sobre mí con toda la fuerza que le quedaba. Cuando se acercó demasiado me teletransporté unos metros hacia un lado, y pude oír cómo la espada quebraba el tronco del árbol, quedándose la hoja en su interior.
Antes de que pudiera recuperarla lo inmovilicé contra un árbol cercano. En mi mano apareció una llama que se fue haciendo cada vez más grande y la dirigí hacia Gawayn. La lancé, pero no llegó a tocarle, ya que desapareció.
Miré alrededor pero no había nadie. Todo volvió a la oscuridad. Me senté en el suelo y descubrí un hilo de sangre correr por mi hombro. Después de todo, estaba demasiado cansada como para que me importara.

Antes de que llegara Ice, ya habia hecho algunas averiguaciones sobre la magia en ese lugar. Por lo visto, era como un tronco: el eje central de la magia se dividia en multiples ramas, cada una de ellas especializadas en un aspecto y sustentadas por otras tres ramas principales, cada una de las cuales estaba representada por los tres hombres que tenia delante. Estas eran las mas antiguas que existian, las primeras que surgieron y sobre las que se edificaron el resto de magias. Por consiguiente tambien eran las menos pobladas y a las mas dificiles de acceder, puesto que requerian un potencial alto.
Ellos eran Keith, Lein y Elyon, los tres fundadores de la torre y la magia tal y como se conocia en aquel mundo:
Keith era el mas joven de todos, a decir verdad no parecia mucho mayor que nosotros, pero siendo magos...a saber. Era el maestro de las armas magicas, la rama que menos magia propia usaba, por lo tanto, ideal para Ice.
Lein parecia tener unos veinticinco años y era el maestro de los elementos. Nadie sabia mas sobre la tierra, el agua, el viento y el fuego, que Lein. Al parecer los sentia como una extension de su cuerpo. Ademas tambien se encargaba de la naturaleza en general.
Y Elyon...era el mas mistico de todos. Parecia tener mil años, y ser la persona mas sabia del universo. Era el maestro de la rama mental, nadie sabia hasta donde llegaba su inteligencia y su capacidad para comprender las cosas. Y a decir verdad, no habia dicho ni una palabra desde que le habia conocido. Tampoco habia abierto los ojos, aunque era capaz de sentir que nos estaba escuchando a todos.
Por otra parte, Ice parecia muy contento con el veredicto de Keith y por saber que iba a pertenecer a su rama.
Parecia que era el turno de Chloe. Pensaba que hablaria Lein, pero, no sin sorprendernos a todos, fue Elyon el que hablo:
- Chloe...- dijo, y su voz parecio retumbar en toda la torre de tal manera, que con tan solo esa palabra nos intimido a todos- me has dado una grata sorpresa. Has sabido defenderte con tu magia y no te has perturbado al saber que tu contrincante era tu aliado. Pero lo mas importante y sorprendente de todo, es que has sido capaz de conjugar la armas convencionales con la magia que hay dentro de ti. Has sabido usar el cerebro para salir casi airosa de esa situacion. Por todo esto, he decidido aceptarte dentro de la magia mental -dijo al tiempo que volvia a callarse.

No sabía qué pensar acerca de lo que me había dicho el tal Elyon, y antes de que me diera tiempo a hacerlo comenzaron a hablar de nuevo.

-Artemis.-esta vez fue Lein quien habló.- Hemos observado que tienes mucho potencial. Ni siquiera has pensado en la posibilidad de usar un arma ya que no la has necesitado. Eres capaz de defenderte y atacar solo con tu magia sin cansarte demasiado, y eso es algo que no todos logran. También hemos tenido muy en cuenta que has utilizado la naturaleza en especial, y por eso he decidido que formes parte de mi grupo, el de los elementos.

Sikial me llevó a una sala en la que no habia ni un rayo de luz. No sabía como era de grande ni que había en ella y temí que me estuviese tendiendo algun tipo de encerrona. Me acerqué con rapidez a la puerta, pero él la cerró con un solo movimiento de dedo y casi me doy con ella en las narices.
Todo quedó en silencio. Yo avancé decididamente al que sería el centro de la sala y me crucé de brazos.
-Vale, no se que pretendes que haga aquí de brazos cruzados...pero prefiero no perder el tiempo y pasar a la acción cuanto antes
Fue empezar a quejarme y llevarme una desagradable sorpresa. La sala fue desapareciendo dando lugar a un frondoso paisaje rodeado de marea alta...era un acantilado.
Di vueltas por la zona y poco a poco fueron saliendo de entre los árboles figuras empapadas. Conforme se hicieron más visibles fui reconociendo caras. Todas ellas eran muy familiares.

Despues de oir las palabras de Lein sobre mi adjudicacion al grupo de los elementos, empece a recordar aquella espeluznante prueba que tuve que superar...

Cuando atravese aquella puerta un inmeso frio me atraveso el cuerpo, como si aquel lugar no fuera natural. Comence a caminar y cuando estaba apunto de darme por vencido, senti que algo se me venia encima, y al alzar la mirada, vi que una sombra se cernia sobre mi. Sin dudarlo, me transporte unos metro mas alla. Cuando alcance a vislumbrarla, me percate de que era...
- Esta vez seras tu la que huyas -si!! era ella, la chica que me ataco en la tierra cuando todavia no sabia nada de aquello. Aquello ojos verdes y ardientes se clavaban en mi como si quisieran abrasarme.
Decidi ponerla a prueba: cree una onda de agua en mi mano y con el viento la dispare a presion. La esquivo con facilidad, y los pocos impactos que iban a golpearla los detuvo con un mandoble de su espada.
- No esta nada mal...para ser una principiante- rei.
Deje que fuera ella la que atacara, y cuando quiso descargar su espada sobre mi, levante un escudo de tierra sin mucho esfuerzo que freno su espada y la dejo incrustada en ella. Sin darle tiempo a arrancarla de la piedra le lance uns pequeñas llamas que la hicieron retroceder con celeridad. Saque la espada del muro y con mi fuerza mas la del viento se la lance a la cara con la mayor velocidad posible. Mientras ella se distraia atrapandola, aproveche para agacaharme y uniendo mis manos al suelo, incite a las potentes raices de los arboles a sujetarla al suelo de los pies. Aquello solo era otra distraccion, pero cuando levante la vista la espada volaba hacia mi. Me aparte aunque alcanzo a producirme una herida leve en el estomago. Cuando quise darme cuenta ella se habia liberado con... ¿un hechizo?
- Dejemos los juegos aparte- dije al tiempo que me concentraba y afinaba mi sincronia con la naturaleza. Llame a los arboles una vez mas y pedi prestadas sus ramas para que la sujetaran de pies y manos..no habia magia mas potente que la de la naturaleza.
Cuando la tuve como yo quise, me acerque y le dije:
- Esto ha acabado- y cree una esfera de tierra donde la deje encerrada- ¿es suficiente para vosotros?

Poco a poco volvi al presente...

Keith alzó la cabeza. Durante unos segundos vacilé. Había dudado mucho a la hora de atacar a Chloe, aunque era bastante lógico...
-Y por ultimo tú... Gawayn. Nos has sorprendido bastante, dado que a pesar de llevar un arma, usaste la magia. Tu habilidad en la esgrima es inigualable y tus reflejos y velocidad de reacción no se ven en inferioridad. Por eso, dado que no nos pones una decisión facil, harás una segunda prueba. Mas concretamente sobre el dominio de la esgrima. Pero hay una cosa que debes saber. Esta vez tu contrincante no seria Chloe, sino yo.
Todo pareció detenerse... Me estaba pidiendo que me enfrentase al mas poderoso paladín de la torre, y probablemente de los mejores de este mundo...¿ A caso pensaba verdaderamente que podía vencerlo? O simplemente quería ver hasta donde era capaz de llegar. Tenia que tener en cuenta que ambos dos estábamos igualados en poder y también dominábamos en pequeña cantidad la magia. Seria algo muy reñido...
-¿Qué dices? ¿Aceptas la prueba?
-Claro. Pero... ¿ Podría pedirte algo?. No creo que tenga mucha importancia... Y dado que es una ''Prueba extraordinaria''
-Dime
-¿Puedo elegir el escenario donde libraremos el duelo?
-Por supuesto. Dile a Lein todos los detalles y el lo creará a la perfección. Pero no te enredes mucho.
-No tardaré más de 10 minutos.
Tenia claro cual iba a ser. El Lago, donde entrené a Chloe. Estaba completamente familiarizado con aquel entorno y, si lo que quería era ganar, o por lo menos hacerlo lo mejor posible debía de sentirme bastante cómodo y relajado.

Me habían aceptado.
Era increíble, porque ni siquiera había ido con la intención de quedarme en la torre.
Aun así, era una gran oportunidad y no iba a desaprovecharla, no después de la prueba que había tenido que pasar.

Continué subiendo escalones, como había hecho demasiadas veces para el poco tiempo que llevaba allí. Pasé por varias puertas y me detuve en una en concreto. Según me había explicado Elyon, la torre estaba dividida en varios pisos: el primero estaba formado por las cocinas y el vestíbulo y servía de alojamiento a los magos que pasaban allí poco tiempo, o habían abandonado la torre. Los tres pisos siguientes eran prácticamente iguales: en cada uno se encontraban los dormitorios y salas de entrenamiento y prácticas de cada tipo. El segundo era el piso de los del grupo de Keith, el tercero de los de Lein y en el cuarto, al que me dirigía, estaban los pocos magos que formábamos el grupo de Elyon. En este piso, además, estaba la biblioteca.
En la planta de arriba se encontraba la sala a la que habíamos llegado Gawa y yo el primer día, donde también tenían lugar los retos.

Miré la puerta del cuarto piso, pero no entré.
Seguí subiendo hasta llegar a la última puerta, que llevaba a las almenas de la torre. Nunca había estado allí, por lo que me sorprendió el paisaje. Estaba a mucha altura y se podía ver toda la ciudad nos rodeaba, el mar por un lado y los bosques por otro.
Me senté en uno de los bancos de piedra que había. Estaba sola, así que la calma y la tranquilidad eran extremas.
Por ahora, ese sería mi lugar favorito de toda la torre.

Era impresionante. Con lo poco que habia aprendido, con ayuda de Archet, habia conseguido pasar la prueba e ingresar en la orden magica elemental: la encargada del dominio de los elementos. Ahora podria aumentar mis conocimientos, habilidades, y tambien mi poder.
Mientras Gawa decidia que hacer con lo de la 2ª prueba, Chole y yo subimos a inspeccionar el dificio, pero nos separamos en la 3ª planta, porque aquella era la que me interesaba. Era en la que viviria y entrenaria durante el tiempo que estuviera alli.
Por un lado las habitaciones eran amplias y estaban bien ventiladas y ubicadas, todas con un ventanal al jardin de la Sede. Y, por otro lado, estaba la sala de entrenamiento: mi principal fuente de interes.
Abri las puertas y al entrar me encontre con un espacio desertico. La habitacion era enorme, el suelo era de tierra y se encontraba agrietado y yermo por todos lados. Con tan solo entrar alli notaba como me faltaba el aire. Mi magia natural se escurria entre mis dedos y se escapaba hacia aquel terreno que la necesitaba mas que yo.
Empece a caminar al tiempo que sentia como me succionaba energia.
De repente vi un circulo verde en el centro de la sala. Me aproxime y entre en el. Era como una especie de oasis magico. Al igual que en ese desierto mi magia era drenada, en este pequeño espacio verde, que respiaraba vida por los custro costados, notaba como me inundaba la magia natural.
Lo habia comprendido: aquella zona desertica era la forma mas util de entrenar los dones naturales, ya que era dificultoso mantener el nivel magico constante y a la vez conseguir manipular los elementos. Mientras que aquella pequeña region verde, era como una especia de zona de recuperacion tras el entrenamiento.

Todo estaba preparado... La recreación era perfecta, ni un solo detalle dejado de lado. Hasta las ramas rotas abandonadas del cuidado de los arboles. Ahora venia lo más difícil... ¿Realmente seria capaz de hacerle frente?. Una vez acabado el escenario, creado por cierto en una de las salas de entrenamiento, me llevaron a una armería impresionante. En total si habría más de mil hojas, envainadas y sin envainar, esperando se usadas.
-Elige una
Su voz sonó como el veredicto de un jurado que se retiraba a deliberar... No sabia cual elegir. Fui mirándolas una a una. No paraba de sorprenderme. Cada una mas extraña o poderosa que la anterior... Al final del pasillo vi una vitrina con cuatro espadas y me acerqué. Las cuatro eran impresionantes. Emanaban poder por si mismas, era impresionante.
- Creo que ya se cual voy a elegir...
-Ládler...
El nombre de la espada resonó por toda la sala. Era una espada de una o dos manos, dependiendo de lo que quisieses hacer, no muy pesada a mi parecer, y de unos brillos entre plateado y verde.
-Veo que no te andas con pequeñeces. Es una de las espadas legendarias mas importantes que alberga esta torre. Junto a Fleedd, Tírial Y Kliren, de la cual soy el actual dueño. Esa espada perteneció a uno de los fundadores de esta ciudad, Areos. Es dificil de manejar, no solo tienes que elegir la espada, sino que la espada debe de aceptar tu dominio, sino, será un simple pedazo de metal.
Cogí la espada y dejó de brillar. Su resplandor se apago tenuemente. Se me vino el mundo abajo, cuando de repente recordé la confianza. Pensé en la espada y me concentré y empezó a brillar con mas intensidad que cuando estaba en la vitrina.
-Sor...Prendente. Increíble sin duda. Jamas pensé que alguien volvería a empuñar esa espada. Coge su funda, te hará falta para no llamar la atención por las noches. Cuando estés preparado, ves a la arena. Estaré esperándote allí

Sikial ya no estaba allí, tan solo oía su voz lejana indicándome que fuese rápida en reflejos.
Conforme aquellas "personas" avanzaban fui reconociendo caras. La de Chloe, la de Gawayn, la de Helmet...
Todas se acercaban a mi, sus miradas estaban llenas de odio, de venganza, de un sentimiento que me era muy familiar.
Me quedé inmóvil durante unos segundos pero no me quedó más remedio que recurrir a la magia que habitaba en mi.
Sin entretenerme, empecé a lanzar energía. Era de un intenso color carbón. Acerté a Chloe después de varios intentos y la carbonicé. Me invadió un sentimiento triunfal, y sabía que era solo una ilusión, hasta que Gawa acertó con la espada asestándome mandobles. Solo me hirió el antebrazo. Tenía un filo mágnifico y de ella emanaba ¿magia?. El dolor fue real, muy real. Con furia me defendí y carbonicé al viejo Helmet, y evité a Gawa largo rato hasta que cayó por el acantilado que era de un rojo sangre intenso. Gracías de nuevo, a la magia. Cuando parecía que no quedaban obstáculos por derribar, apareció de la nada la persona a la que más añoraba...Jonet.

Nos vimos frente a frente. Sin sitios donde escondernos. Espada contra espada. Aquello iba a ser, o muy largo, o muy corto.
-¿Preparado?
-Sí. Cuando quieras.
Empezó con bastantes fintas, algo que no me resultaba muy cómodo porque acababa de coger la espada y no estaba muy hecho a ella aún. Pese a eso, le fui bloqueando uno tras otro todos sus golpes. Ya estaba cansado de bloquear. Me dispuse en guardia a dos metros de el, y empecé, una tras otra, a dar estocadas y fintas. Todo parecía ir bien, parecía algo más cansado que yo, ese era el problema, que solo lo parecía... Vi un punto abierto en su guardia y aproveché inmediatamente. Lancé la que podia ser mi ultima estocada. Pero no, la bloqueo como las anteriores. Aunque el mismo impulso me llevo a otra estocada rapida hacia su cuello.
-Vaya...
Los dos estábamos igual. El filo de la espada del contrario en el cuello...
-Sinceramente... No me lo esperaba.

El falso Jonet se fue acercando a mi, con la mirada impenetrable e inexpresiva. La zona donde le había clavado la flecha en el pasado y por accidente sangraba, le salía el líquido a borbotones. En la mano izquierda portaba una flecha e iba dirigida a mi.
Al contrario del resto de caras conocidas, mi hermano hablaba...o mejor dicho, murmuraba sin parar la misma frase.
-Tu me mataste, tu me mataste, tu me mataste-No podía soportar esas palabras, me pesaban como el plomo. Sabía que eran contrarias a lo que había sucedido y a lo que mi hermano pensaba, pero me sentía culpable.
Antes de poder reaccionar aquel rostro sin vida me había clavado la flecha en todo el vientre. Solté alaridos de dolor, la flecha había traspasado la carne y era un dolor totalmente real.
No podía hacer nada, me sentía desnuda, indefensa, el ataque me había debilitado pero aun más la conmoción de volver a ver a mi hermano y saber que no volvería. El doble me cogió las muñecas y me levantó precipitándome al vacio, como había sucedido con Gawa.
De nada había servido lo anterior, toda mi fortaleza y fuerza se había perdido al encontrarme con este último obstáculo y por culpa de esa debilidad había perdido la primera prueba.
Poco a poco fui recuperando la consciencia y desperté de un largo ¿sueño?. Estaba instalada en una cama de paja, con un unguento frío en la zona donde el doble de Jonet me había...atacado. Ahora lo recordaba todo,-maldita sea, dije en voz alta.
-¿Ya has despertado?
La voz de Sikial empapó mis oidos, ya no era tan lejana.
No le contesté, no tenía fuerzas y me sentía avergonzada por mi debilidad pero no quería reconocerlo.Sentía ganas de llorar.
-Alma, para haber sido tu primera prueba la has superado con creces.
Me quedé atónita, después del final que había tenido la prueba ¿y me decía eso?
-Si, no me mires así...a veces los finales no lo dicen todo. Excepto eso, las otras derrotas han sido admirables. Y entiendo que enfrentarte con tu pasado es lo más dificil, pero ya verás como conforme te hagas más fuerte podrás superarlo.
Sus palabras me subieron el ánimo y entonces hablé.
-Te prometo que voy a superarme día tras día y usaré mi debilidad como mi mejor arma
-Así se habla chica, vence tus miedos y entonces serás poderosa. Te voy a dar dos días más de reposo pero no más, que el tiempo vuela.
-Por supuesto, yo soy la primera que quiere darse prisa, esos magos de pacotilla se las verán conmigo y no será un encuentro agradable.Por cierto,¿qué me has echado en la herida? y lo que es más importante ¿Por qué es real?
Sikial se dirigió a mi y bajo la capucha me pareció ver algo similar a una sonrisa.
-Lo que te he hechado son larvas de cuervo podrido, curan cualquier herida por grave que sea, son muy eficaces, y por supuesto forman parte de la magia negra y sus artes. En cuanto al grado de realidad...en esa prueba cuando más sientas que son reales, más reales se vuelven, forma parte de la prueba. Lo que a ti te ha sucedido ha sido simplemente eso. Mientras que a la mayoría los has derrotado sabiendo en que eran simples ilusiones y has puesto todas tus ganas en vencer, con tu hermano te ha pasado lo contrario.
-Ya entiendo...
-Ahora descansa, te necesito en plena forma
Sikial ya salía por la puerta cuando lo llamé.Un asunto me rondaba por la mente y necesitaba preguntar.
-Es simple curiosidad pero...¿por qué nunca te quitas la capucha y dejas que te vea el rostro?

Observé la habitación durante un largo rato, aunque no había mucho que ver. Era muy sencilla y austera, quizás demasiado. El mobiliario se reducía a una cama, una mesa, una silla y unas cuantas cosas más. Lo justo.
Aunque, bien pensado, no iba a necesitar nada aparte de eso.
La mayor parte del tiempo la pasaría practicando magia, entrenando o en las clases de Elyon. Seguramente solo estaría en la habitación unas pocas horas, para dormir.

Aquella era la primera noche que iba a pasar allí y, por algún motivo, no podía conciliar el sueño.
No acababa de adaptarme al radical cambio al que nos estábamos sometiendo, y que cada uno de mis amigos estuviera a lo suyo no ayudaba.
Tenía claro que quería estar allí, y lo había tenido claro desde el principio, pero era demasiado... extraño.

Me asomé a la ventana que daba al exterior. Era lo mejor de toda la habitación.
A un lado de la torre se extendía un jardín enorme, como un pequeño bosque, solo para los magos. Este también servía para entrenar y demás, pero sobretodo para descansar del ritmo de la sede. Estaba formado por muchos árboles, todos alrededor de unos bancos que formaban una especie de parque. Mi mirada se detuvo en la primera fila de árboles. Alguien estaba bajo uno de ellos.
Bajé sin hacer ruido, hasta poder observar más de cerca a la figura, que ahora me resultaba muy familiar, y tenía la espalda apoyada en el tronco del árbol.
Se volvió al oírme llegar, pero no dijo nada. Parecía estar cansado.

-¿Qué tal la segunda prueba?

-Si te lo digo, no te lo crees... Empate.
No hacia falta que dijese nada. Su rostro hablaba por ella misma. Parecia albergar la misma sorpresa que yo al saber antes que nadie el resultado de la prueba.

-Vaya...Entonces no creo que tenga mucho que enseñarte. Podrías practicar más la magia...

Me callé y recordé una pregunta que llevaba varios días rondando por mi mente.

-¿Nunca te has arrepentido de haber elegido ser inmortal? No sé, de alguna manera...casi siempre vas a estar solo, ya que la gente normal, y que conoces, morirá algún día.-dije sentándome a su lado.

-Sikial tardó en responderme, se volvió de nuevo a mí, incómodo.
-Verás, un mago oscuro como yo siempre debe ir tapado...como que impone más (risa)
-Oye, si te pasa algo en la cara o la tienes deforme que sepas que a mi no me importa. Conocí a un hombre que tenía un ojo más grande que el otro y la boca torcida.
-No me pasa nada en la cara.
-Pues entonces déjame que la vea, quiero saber de que color son tus ojos y sobre todo,como es tu mirada
Tras unos segundos de tensión, mi maestro se acercó a donde estaba acomodada y me miró, a mis ojos solo veía dos brillos intensos en medio de la oscuridad.
-Pero...¿tienes cara?
Sikial soltó unas carcajadas sonoras ; de no haber sido porque confiaba en él, me habría dado hasta miedo, no eran propias de un humano...más bien eran infernales.
-Claro que tengo un rostro mujer, es solo que lo cubro con un hechizo, es lo que tiene ser mago.
-Pues deshazlo y muéstrate
-Si es lo que quieres...te lo enseño a ti porque me caes bien y eres una gran alumna, aunque con mucho carácter.
-Bueno si, no te enrrolles
De repente empezó a susurrar una retahila de palabras descoordinadas y poco a poco la oscuridad fue desapareciendo de su rostro.Cuando era visible, abrí los ojos con sorpresa, maravillada y a la vez extrañada y le acaricié la suave mejilla. Esta vez unos ojos azul oscuro, como el mar en la noche, me miraban.
-Eres, eres...
El rostro de Sikial para nada era como había creido, embutido en aquella capa oscura no se podía distinguir como era pero suponía que sería ya viejo, pues mi padre sabía de él ya de pequeño. Lo que tenía ante mis ojos era un hombre joven con unas facciones destacadas.Los mechones castaños le caían por la frente y su piel era como la seda. Jamás había visto un hombre tan atractivo y cuidado.
-Soy joven si, pero no te engañes...la magia hace mucho, en realidad tengo el espíritu de un viejo, que es lo que soy...y no digo los años, pero el tener el físico de cuando tenía veinte me hace sentir fuerte. Es uno de los caprichos que me puedo permitir, no soy inmortal pero al menos puedo fingir en la apariencia, en cambio tu serás siempre preciosa.
Aquella última palabra me había dejado helada y el corazón se me estaba acelerando. Me acerqué más a él sin apartar la mirada.
-Pues me gusta tu apariencia.

Sabia que tarde o temprano me lo preguntaría. Era algo inevitable.
-Tal vez algún día me canse... y decida suicidarme, o dejar de ser inmortal transfiriendoselo a otra persona para envejecer como todo el mundo. Es algo que debería de hacer todo el mundo. Aunque si te digo la verdad, cuando llegue mi hora, espero que sea en una batalla... No me gustaría morir sin poder luchar por lo que me perteneció.
-Y respecto a lo de la magia, supongo que acabaré de perfeccionarme con la espada y luego es posible que recupere mi ya perdida técnica.

Me dirigí a la armeria, y paseé entre las múltiples armas que se encontraban allí, hasta llegar a la última vitrina. Donde se encontraba mi arma. Sabía poco sobre ella, por no decir nada. Era extraña y desconcertante. Por un lado, estaba la dble sensación que despertaba en mí. Una mínima atracción, aunque acompañada de una energia superior. Familiar, ya que la relacionaba directamente con la que emanaban los tres fundadores. La cogí seleccionándola de entre las dos que quedaban. Faltaban otras dos, y tenia conocimiento de que una de ellas era la de Keith. La otra, entendí con sorpresa, había aceptado ser empuñada por Gawa. Llevaba 16 años en la torre, y nunca antes había sido empuñada. Era sencillamente sorprendente.

Había decidido no guardar mi arma en la sala común. Prefería llevarla conmigo el mayor tiempo posible, pues inexplicablemente, la energia que emanaba la espada relajaba mi cuerpo. era como si aceptase donarme parte de su inagotable magia. No tardé en llegar a mi habitación. Me recosté sobre la cama, sin nada de sueño, pero con mi cabeza ardiendo en el intento de resolver mi dilema. ¿Que quería hacer? Creía haber esperado tanto tiempo en la torre con el único fin de que llegara este momento. Y ahora, no hacía mas esconderme bajo pretextos como lo mucho que tenía aún por aprender. De pronto la puerta sonó, y volví a la realidad. Sentí el poder que se ocultaba tras ella.
- Pasa
Abrió la puerta, y permaneció allí, inmóvil. Al rato se acercó a mi cama, y se sentó a los pies.
- Tienes buen gusto...- Sonrió, observando el paisaje al que accedia mi vista desde aquella ventana- Me gustaria hablar contigo, si no estas cansado. Son cosas que creo que debes saber...

-Pues sí. Eso de estar toda la eternidad con 16 años no tiene que ser muy divertido...
Oye, cada vez tengo más ganas de volver a la Tierra, y a cada minuto que pasa tengo más claro que lo más seguro es que no vuelva. :s
Bueno, pareces cansado. Deberías dormir un poco. Al fin y al cabo acabas de casi vencer a tu, a partir de mañana, nuevo maestro.

- Podemos envejecer si queremos. Solo hay que hacer un simple ritual, y otro cuando queramos parar. Pero me gusta el aspecto que tengo ahora...
¿Y qué le decía ahora...? No podía decirle, nunca volverás a la tierra a ver a los tuyos, este es tu destino, acéptalo. Porque, aunque era lo mas seguro, no querría que lo pensase...
-Respecto a lo de volver a casa... Algún día volveremos, cuando acabemos con Alma... Y tú... ¿Qué harás cuando estemos allí? Y ya sabes... lo mio con el sueño es caso a parte.

-Ah sí. Supongo que eso es lo que ha estado haciendo mi abuelo para parecer más normal...
Y...no sé, ya lo pensaré cuando sea seguro que volvemos. Creo que intentaré recuperar...lo que me quede de antes de todo esto, si es que queda algo.
Bueno, me voy a dormir, que mañana empezamos las "clases".

Keith se había ido ya a dormir, aunque después de lo que me había contado, yo me veía totalmente incapaz. No sabía que creer. Durante toda mi vida, toda la gente que he conocido me ha hablado de lo perverso que fue mi padre o lo negra que fue su magia. Ahora, a mis dieciséis años, aquello no tenía demasiado sentido. La idea de que mi padre hubiera sido alguna vez en su vida un gran mago y fundador de la torre, no me agradaba más que la otra versión. No me importaba quien fuera verdaderamente mi padre. Había convivido mucho tiempo con el odio que sentía hacia él, y no estaba dispuesto a dejar que las cosas cambiaran ahora. Porque el odio era todo lo que me quedaba y por lo que vivía.

Salí de la puerta, intentando no hacer ruido y con mi espada al hombro. No sabía donde encontrarle, pero ya no importaba. Sencillamente, lo haría.