oiwhnfgjkbe4gt
5 participantes
Simple Black :: Diversion y Arte :: Rol e historias :: Rol
Página 3 de 4.
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Arcanus, el Serafín, era un hombre de mediana edad, alto y robusto. A pesar de que ya no era tan joven, como cualquier humano que estaba en contacto y uso permanente de la magia, tenía los rasgos muy suavizados y no aparentaba más de treinta años. Lo más llamativo de su aspecto físico era el cabello largo, liso y plateado que le caía por la espalda, y aquellos iris argénteos que parecían blindar su alma y ocultar todos los conocimientos del mundo.
- Señor – dije haciendo una reverencia – tenemos un problema. ¿Se acuerda del alumno del que le hablé, el del... gran potencial mágico?
- Como para olvidarme de él – sonrió el Serafín. A veces me gustaría saber qué es lo que piensa este hombre.
- Bien, pues acaban de venir sus padres preocupados porque aun no ha llegado a casa. Las clases terminaron hace tres horas y le vi salir de la Torre con un grupo de nuevos estudiantes.
- ¿No puede ser que se haya entretenido por el camino con sus nuevos compañeros?
- ¿Tres horas?, ¿el primer día de clase? Es joven, pero no tan irresponsable y estará ansioso por contarles a sus padres todo lo que ha hecho y hará cada día. Y, por otro lado, no ha venido nadie a informar sobre ningún aprendiz impedido o desorientado.
Arcanus frunció el ceño y se giró para observar toda Lia-Gáe desde el ventanal de su despacho. Tras unos minutos de reflexión, abrí la boca para sugerir una idea que me rondaba la cabeza y que no era nada halagüeña, pero no me dio tiempo a hablar:
- Crees que han sido ellos, ¿verdad?
- Es solo una conjetura. Es que me parece muy extraño que justo cuando encontramos a un futuro mago con tanto potencial, éste desaparezca sin más – añadí reflexionando sobre el asunto – No creo que se hayan vuelto tan osados como para secuestrar a un aprendiz, pero el equilibrio entre nosotros es tan precario que no estoy seguro de su inocencia.
- Ya veo...
Seguía mirando por la cristalera con las manos entrelazadas a la espalda. Aquel hombre me resultaba fascinante, pero por encima de todo me transmitía tranquilidad y seguridad tan solo estando en su presencia.
- Está bien. Mandaré un escuadrón de magos a buscar por la ciudad por si el chico se encuentra herido. Quiero que tú vayas al castillo de los Ellanessë y averigües si tienen algo que ver con esto. Asegúrate de tener alguna excusa creíble, solo por si acaso.
Asentí y me giré para partir cuando el Serafín llamó mi atención:
- Duncan, asegúrate de que te acompañe Minka, es especialista en hechizos ofensivos. Y... si surge algún... imprevisto, sal de allí. Sois dos magos muy poderosos, pero no quiero arriesgarme a perderos a ninguno de los dos – aquel tono no admitía réplica.
- Señor – dije haciendo una reverencia – tenemos un problema. ¿Se acuerda del alumno del que le hablé, el del... gran potencial mágico?
- Como para olvidarme de él – sonrió el Serafín. A veces me gustaría saber qué es lo que piensa este hombre.
- Bien, pues acaban de venir sus padres preocupados porque aun no ha llegado a casa. Las clases terminaron hace tres horas y le vi salir de la Torre con un grupo de nuevos estudiantes.
- ¿No puede ser que se haya entretenido por el camino con sus nuevos compañeros?
- ¿Tres horas?, ¿el primer día de clase? Es joven, pero no tan irresponsable y estará ansioso por contarles a sus padres todo lo que ha hecho y hará cada día. Y, por otro lado, no ha venido nadie a informar sobre ningún aprendiz impedido o desorientado.
Arcanus frunció el ceño y se giró para observar toda Lia-Gáe desde el ventanal de su despacho. Tras unos minutos de reflexión, abrí la boca para sugerir una idea que me rondaba la cabeza y que no era nada halagüeña, pero no me dio tiempo a hablar:
- Crees que han sido ellos, ¿verdad?
- Es solo una conjetura. Es que me parece muy extraño que justo cuando encontramos a un futuro mago con tanto potencial, éste desaparezca sin más – añadí reflexionando sobre el asunto – No creo que se hayan vuelto tan osados como para secuestrar a un aprendiz, pero el equilibrio entre nosotros es tan precario que no estoy seguro de su inocencia.
- Ya veo...
Seguía mirando por la cristalera con las manos entrelazadas a la espalda. Aquel hombre me resultaba fascinante, pero por encima de todo me transmitía tranquilidad y seguridad tan solo estando en su presencia.
- Está bien. Mandaré un escuadrón de magos a buscar por la ciudad por si el chico se encuentra herido. Quiero que tú vayas al castillo de los Ellanessë y averigües si tienen algo que ver con esto. Asegúrate de tener alguna excusa creíble, solo por si acaso.
Asentí y me giré para partir cuando el Serafín llamó mi atención:
- Duncan, asegúrate de que te acompañe Minka, es especialista en hechizos ofensivos. Y... si surge algún... imprevisto, sal de allí. Sois dos magos muy poderosos, pero no quiero arriesgarme a perderos a ninguno de los dos – aquel tono no admitía réplica.
Duncan- Guerrero
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Una vez en la habitación, sólo y con el cuento en las manos, dudé que llegara a conciliar el sueño de nuevo en algún momento de la noche. ¿Qué había sido todo aquello? ¿Por qué alguien había tratado de robar a Drante y al príncipe Aran en la misma noche? ¿Existiría alguna relación entre ambos? Nada tenía sentido, ¿hasta dónde pretendía llegar aquella gente? Mi cabeza no dejaba de formular preguntas, y antes de que se me ocurriera una sola respuesta una nueva se aparecía en mí. Solo esperaba que todos salieran de aquella. Drante... Sí, lo más importante para mí era que nada le sucediera a Drante, o eso quería creer. Pero... sí. A fin de cuentas ese había sido una gran parte de mi cometido, proteger al dragón. Deseé con todas mis fuerzas tener una segunda oportunidad para hacerlo mejor, y que saliera de esta. Pensé en lo mucho que estaría sufriendo Harias, y también la princesa Iresia de no haber caído desplomada al suelo, sin fuerzas, delante de mis propios ojos. Nunca me hubiera perdonado que aquello no acabara bien. Alguien había tratado de hacerles daño, mientras yo... solo unas horas antes... vaya. ¿Qué había estado a punto de hacer? ¿Qué había hecho, en realidad? Ella era una princesa. La hija del rey Nólar. Por no hablar de que hace mucho tiempo la habría considerado una hermana. Pero es que era tan... No.
Salí al balcón de aquella dependencia a despejarme, y me percaté de que aquella era una noche especialmente fría. Y también de que la luna estaba llena, enorme en el centro del cielo. Y que las miles de estrellas de a su alrededor parecían bailar mientras sus luces se encendían y apagaban. No recordaba la última vez que las copas de los árboles no me habían tapado el cielo.
Salí al balcón de aquella dependencia a despejarme, y me percaté de que aquella era una noche especialmente fría. Y también de que la luna estaba llena, enorme en el centro del cielo. Y que las miles de estrellas de a su alrededor parecían bailar mientras sus luces se encendían y apagaban. No recordaba la última vez que las copas de los árboles no me habían tapado el cielo.
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Todavía estaba oscuro.
Desperté en mi cama, encontrándome con el rostro tranquilo de Aran nada más abrir los ojos. En un segundo, todos los acontecimientos volvieron a repetirse en mi mente, uno tras otro hasta convertirse en negrura. Comprobé que el niño seguía con vida, puesto que parecía estar solo dormido. Me concentré un poco y deseché la idea de un hechizo: no había ni rastro de magia maligna o extraña alrededor, y si lo había yo no lo notaba.
Acaricié el pelo de mi hermano, con cariño. Una parte de mí suspiró de alivio, ya que el desenlace había sido el mejor posible. No había pasado nada para lo que podía haber sucedido. Aran podría no estar aquí ahora, se lo habrían llevado mientras yo ni me enteraba, podrían haberle hecho mucho daño, y no me lo habría perdonado jamás…“¡Para!” me dije, levantándome de la cama. No servía de nada preocuparse más de lo necesario; lo importante es que seguía allí y continuaría moviendo piedras en el jardín. Y yo estaría allí para verlo hacer eso y muchas otras cosas más.
De todas maneras, la preocupación no se había ido del todo. No se iría hasta que no estuviera totalmente segura de que a mi hermano no le había pasado nada, de que cuando despertara sería el mismo de siempre.
Caminé directa al armario, saqué un vestido negro y una túnica con capucha del mismo color. Me vestí y peiné rápidamente, recogiéndome el pelo en una trenza que dejé caer por la espalda. Sin mirarme apenas en el espejo, empujé la puerta y salí de mis dependencias. Encontré a varios guardias apostados en la entrada de la habitación, a los cuales encargué que siguieran vigilando a Aran, y que no dejaran que entrara nadie hasta que yo volviera. Asintieron solemnemente, sin atreverse a preguntarme donde iba a esas horas. Rechacé su ofrecimiento de protección, con una mirada que les dejó bien claro que cuando necesitara ayuda, la pediría.
Recorrí los pasillos a buen paso, pero me paré en seco al descubrir una figura alargada en una de las terrazas. El viento hizo que, cuando se volvió para mirarme, el pelo se le arremolinara en torno al rostro y la ropa se le pegara al cuerpo. Esto, unido al fondo de estrellas y a la luz de la luna, que lo bañaba todo, me pareció que formaba una imagen hipnótica. No pude despegar mis ojos de él mientras preguntaba, sin darme cuenta:
-¿Me acompañas?
Desperté en mi cama, encontrándome con el rostro tranquilo de Aran nada más abrir los ojos. En un segundo, todos los acontecimientos volvieron a repetirse en mi mente, uno tras otro hasta convertirse en negrura. Comprobé que el niño seguía con vida, puesto que parecía estar solo dormido. Me concentré un poco y deseché la idea de un hechizo: no había ni rastro de magia maligna o extraña alrededor, y si lo había yo no lo notaba.
Acaricié el pelo de mi hermano, con cariño. Una parte de mí suspiró de alivio, ya que el desenlace había sido el mejor posible. No había pasado nada para lo que podía haber sucedido. Aran podría no estar aquí ahora, se lo habrían llevado mientras yo ni me enteraba, podrían haberle hecho mucho daño, y no me lo habría perdonado jamás…“¡Para!” me dije, levantándome de la cama. No servía de nada preocuparse más de lo necesario; lo importante es que seguía allí y continuaría moviendo piedras en el jardín. Y yo estaría allí para verlo hacer eso y muchas otras cosas más.
De todas maneras, la preocupación no se había ido del todo. No se iría hasta que no estuviera totalmente segura de que a mi hermano no le había pasado nada, de que cuando despertara sería el mismo de siempre.
Caminé directa al armario, saqué un vestido negro y una túnica con capucha del mismo color. Me vestí y peiné rápidamente, recogiéndome el pelo en una trenza que dejé caer por la espalda. Sin mirarme apenas en el espejo, empujé la puerta y salí de mis dependencias. Encontré a varios guardias apostados en la entrada de la habitación, a los cuales encargué que siguieran vigilando a Aran, y que no dejaran que entrara nadie hasta que yo volviera. Asintieron solemnemente, sin atreverse a preguntarme donde iba a esas horas. Rechacé su ofrecimiento de protección, con una mirada que les dejó bien claro que cuando necesitara ayuda, la pediría.
Recorrí los pasillos a buen paso, pero me paré en seco al descubrir una figura alargada en una de las terrazas. El viento hizo que, cuando se volvió para mirarme, el pelo se le arremolinara en torno al rostro y la ropa se le pegara al cuerpo. Esto, unido al fondo de estrellas y a la luz de la luna, que lo bañaba todo, me pareció que formaba una imagen hipnótica. No pude despegar mis ojos de él mientras preguntaba, sin darme cuenta:
-¿Me acompañas?
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
- ¿A dónde?- pregunté sorprendido. Estaba atónito. Yo no era mago, ni sabía nada de conjuros, pero sí sabía que la princesa había recuperado sus energías asombrosamente rápido- quiero decir... Por supuesto, princesa. Me alegro de que os hayáis despertado tan pronto. ¿Cómo se encuentra el pequeño príncipe?
No me pareció extraño que saliera del castillo a aquellas horas, después de todo lo ocurrido aquella noche. Yo me veía incapaz de volver a descansar, de modo que para ella sería impensable.
Me encaramé al árbol más cercano y me deslicé por su tronco, para acabar a su lado.
No me pareció extraño que saliera del castillo a aquellas horas, después de todo lo ocurrido aquella noche. Yo me veía incapaz de volver a descansar, de modo que para ella sería impensable.
Me encaramé al árbol más cercano y me deslicé por su tronco, para acabar a su lado.
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Decidí ignorar sus preguntas hasta que estuviéramos fuera.
En la puerta me esperaba uno de los guardias, al que había encargado con anterioridad que preparara un caballo para el camino. Este no era un caballo cualquiera, sino Hal, una yegua nívea que me había acompañado desde que llegó al castillo. Siempre que decidía salir a dar un paseo iba en ella, y habíamos acabado haciéndonos amigas. Era joven y muy fuerte, por lo que ignoré al guardia, que me miró interrogante. Le dije que podía retirarse y así lo hizo.
-Hola, Hal. ¿Me has echado de menos?-susurré mientras acariciaba al animal, tranquilizándolo. Parecía muy feliz de volver a verme.-Espero que no te importe llevar un poco mas de peso del habitual…
Indiqué al elfo que se montara en Hal, y de un salto subí yo y me coloqué delante, llevando las riendas. La yegua comenzó a moverse, deseosa de hacer ejercicio; la guié hasta las puertas de atrás del castillo, que daban al bosque más cercano y a las montañas. Las atravesamos y seguimos un camino solitario en silencio durante unos minutos, hasta que decidí romperlo.
-Vamos a casa de Mel. Trabaja para nosotros, pero le es imposible vivir en el castillo. Su cabaña se encuentra en algún lugar de este bosque.-no dije más sobre ella por el momento. Ya tendría tiempo de verla por él mismo.-Mi hermano está bien, gracias. O eso espero. Todavía no ha despertado, y no sé si le habrán hecho algo más aparte de dormirlo, espero que no…-noté como la preocupación y la tristeza iban tiñendo mi tono de voz, pero no por mucho tiempo ya que el camino empezó a complicarse. Salimos del sendero llano y comenzamos a adentrarnos en el bosque, donde Hal se veía obligada a esquivar piedras, troncos y demás obstáculos.-Deberías agarrarte si no quieres acabar en el suelo, elfo del bosque…Y, ¿por qué no estabas durmiendo?
En la puerta me esperaba uno de los guardias, al que había encargado con anterioridad que preparara un caballo para el camino. Este no era un caballo cualquiera, sino Hal, una yegua nívea que me había acompañado desde que llegó al castillo. Siempre que decidía salir a dar un paseo iba en ella, y habíamos acabado haciéndonos amigas. Era joven y muy fuerte, por lo que ignoré al guardia, que me miró interrogante. Le dije que podía retirarse y así lo hizo.
-Hola, Hal. ¿Me has echado de menos?-susurré mientras acariciaba al animal, tranquilizándolo. Parecía muy feliz de volver a verme.-Espero que no te importe llevar un poco mas de peso del habitual…
Indiqué al elfo que se montara en Hal, y de un salto subí yo y me coloqué delante, llevando las riendas. La yegua comenzó a moverse, deseosa de hacer ejercicio; la guié hasta las puertas de atrás del castillo, que daban al bosque más cercano y a las montañas. Las atravesamos y seguimos un camino solitario en silencio durante unos minutos, hasta que decidí romperlo.
-Vamos a casa de Mel. Trabaja para nosotros, pero le es imposible vivir en el castillo. Su cabaña se encuentra en algún lugar de este bosque.-no dije más sobre ella por el momento. Ya tendría tiempo de verla por él mismo.-Mi hermano está bien, gracias. O eso espero. Todavía no ha despertado, y no sé si le habrán hecho algo más aparte de dormirlo, espero que no…-noté como la preocupación y la tristeza iban tiñendo mi tono de voz, pero no por mucho tiempo ya que el camino empezó a complicarse. Salimos del sendero llano y comenzamos a adentrarnos en el bosque, donde Hal se veía obligada a esquivar piedras, troncos y demás obstáculos.-Deberías agarrarte si no quieres acabar en el suelo, elfo del bosque…Y, ¿por qué no estabas durmiendo?
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
- Me alegro por él... Y por vos, por supuesto.
El ritmo de la yegua era cada vez mayor, y el camino mas difícil. O lo habría sido, de no ser por la gracilidad con que el animal movía sus patas, esquivando rocas a una velocidad vertiginosa. A ambos lados del camino los árboles se sucedían uno tras otro, en un paisaje que me resultaba cada vez más familiar. O eso creí al principio, ya que según avanzábamos y el bosque se hacía espeso, sus copas se volvían tan blancas como el suelo que pisaba Hal. El bosque se tornó cada vez más frío, más invernal, como el norte o la misma princesa, cuyo tacto era más frío aún que el aire que rompía cada vez más fuerte en mi cara o mi capa roja. En aquel momento agradecí que aquella no fuera la peor época del año en cuanto a temperaturas y que la nieve no cayera en aquellos momentos, ya que recordaba muy vagamente situaciones peores mientras vivía entre los muros del castillo, y Othar y yo salíamos a hacer correr nuestros caballos bajo la nieve.
- Y no se preocupe por eso- Dije mientras la abrazaba desde atrás de todos modos. Su trenza ondeaba al viento y hacía cosquillear mi cuello o cualquier lugar que acariciara- Es una verdadera lástima que no hubiera tiempo de pasar por los establos. Podríamos haber partido en ambas monturas... Y yo no debería preocuparme por si la suya me hace caer- Me apreté contra ella con más fuerza, sonriendo- Pero lo hecho, hecho está.
La luz, que cada vez era menor, agudizó el resto de mis sentidos, y me concentré en sonidos, uy concretos según se aparecían ante mis agudas orejas. Los animales, que se escondían tras los matorrales mucho antes de que llegáramos a ellos. Desde insectos a jabalíes, e incluso escuché muy vagamente a un lobo aullar a la luna desde muy lejos. Y más lejos aún, tanto que aún no llegaba a escuchar con claridad el sonido, escuché algo más. No, demasiado lejos todavía, aunque cada vez más cerca. Aún así, habría jurado que se trataba de una cascada, y al poco tiempo estuve seguro. Pude distinguir a la perfección cómo el agua se rompía al llegar a un gran lago, y más tarde escuché a los animales que allí se encontraban. Y muy poco después, cómo se alejaban de allí. La velocidad seguía siendo tan rápida que veía a ambos lados el paisaje sucederse sin a penas distinguir sus formas. Pronto hubo cada vez más luz, y llegamos al claro de la cascada. Cuando la yegua comenzó a ir cada vez más despacio y teníamos el agua al alcance de un salto, la princesa volvió a hacer acelerar a la yegua. Y aquella vez no me agarré a ella más fuerte, ya que no había dejado de hacerlo a pesar de que la yegua hubiera aflojado el ritmo.
El ritmo de la yegua era cada vez mayor, y el camino mas difícil. O lo habría sido, de no ser por la gracilidad con que el animal movía sus patas, esquivando rocas a una velocidad vertiginosa. A ambos lados del camino los árboles se sucedían uno tras otro, en un paisaje que me resultaba cada vez más familiar. O eso creí al principio, ya que según avanzábamos y el bosque se hacía espeso, sus copas se volvían tan blancas como el suelo que pisaba Hal. El bosque se tornó cada vez más frío, más invernal, como el norte o la misma princesa, cuyo tacto era más frío aún que el aire que rompía cada vez más fuerte en mi cara o mi capa roja. En aquel momento agradecí que aquella no fuera la peor época del año en cuanto a temperaturas y que la nieve no cayera en aquellos momentos, ya que recordaba muy vagamente situaciones peores mientras vivía entre los muros del castillo, y Othar y yo salíamos a hacer correr nuestros caballos bajo la nieve.
- Y no se preocupe por eso- Dije mientras la abrazaba desde atrás de todos modos. Su trenza ondeaba al viento y hacía cosquillear mi cuello o cualquier lugar que acariciara- Es una verdadera lástima que no hubiera tiempo de pasar por los establos. Podríamos haber partido en ambas monturas... Y yo no debería preocuparme por si la suya me hace caer- Me apreté contra ella con más fuerza, sonriendo- Pero lo hecho, hecho está.
La luz, que cada vez era menor, agudizó el resto de mis sentidos, y me concentré en sonidos, uy concretos según se aparecían ante mis agudas orejas. Los animales, que se escondían tras los matorrales mucho antes de que llegáramos a ellos. Desde insectos a jabalíes, e incluso escuché muy vagamente a un lobo aullar a la luna desde muy lejos. Y más lejos aún, tanto que aún no llegaba a escuchar con claridad el sonido, escuché algo más. No, demasiado lejos todavía, aunque cada vez más cerca. Aún así, habría jurado que se trataba de una cascada, y al poco tiempo estuve seguro. Pude distinguir a la perfección cómo el agua se rompía al llegar a un gran lago, y más tarde escuché a los animales que allí se encontraban. Y muy poco después, cómo se alejaban de allí. La velocidad seguía siendo tan rápida que veía a ambos lados el paisaje sucederse sin a penas distinguir sus formas. Pronto hubo cada vez más luz, y llegamos al claro de la cascada. Cuando la yegua comenzó a ir cada vez más despacio y teníamos el agua al alcance de un salto, la princesa volvió a hacer acelerar a la yegua. Y aquella vez no me agarré a ella más fuerte, ya que no había dejado de hacerlo a pesar de que la yegua hubiera aflojado el ritmo.
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
-Sí…que lástima.-dije conteniendo una sonrisa mientras sentía su abrazo alrededor de mi cintura. Embriagada por el olor a bosque, apoyé la cabeza en su pecho, que hacía de respaldo gracias a su altura. En ese momento agradecí estar acompañada, porque así no tendría que hacer el camino a solas con mis pensamientos. El estrés y la preocupación de esa noche se mantenían a raya gracias a la presencia del elfo.
En un momento me vi obligada a desviar a Hal, que, acostumbrada a ello, había intentado parar al llegar a la cascada.
-Hoy no tenemos tiempo para eso, Hal.-dije acercándome a la oreja de la yegua, acompañando mis palabras con un tirón de las riendas.-Lo siento, Hal está muy acostumbrada a parar aquí. Siempre venimos cuando salimos de paseo al bosque. Diría que es uno de mis lugares favoritos; podría estar horas y horas dentro de ese lago. La sensación es…mágica.-concluí, volviendo a recostarme en él.
Un rato más tarde, cuando nos encontrábamos ya inmersos en la profundidad del bosque, avisté la cabaña de Mel. Era una casita de madera, con plantas por todos lados que la envolvían y le daban el aspecto de estar hecha por la propia naturaleza. De ella, al escuchar los cascos de la yegua, salió una mujer mayor, enjuta y morena, con el cabello ya blanco cayéndole como un manto de nieve por los hombros. Esa era Mel, un hada del bosque.
-¡Sia!-exclamó con una sonrisa nada más reconocerme.-Quiero decir…Mi señora.-se corrigió al ver al elfo detrás.- ¿Qué hacéis aquí, a estas horas? ¡Me habéis asustado! Pasad, pasad, hace un frio invernal…
Nos abrió la puerta de su casa y entramos, después de dejar atada a Hal. Una ola de calor nos recibió; este calor provenía de los diversos calderos humeantes que había repartidos por la habitación principal.
-¿Estás trabajando a estas horas? Te conviene dormir, Mel…Ya tienes una edad. Y no me hables de usted, puedes tratarme como siempre. El…él no es nadie.-dije señalando a Gio.
Desde pequeña la había estado visitando periódicamente, la mujer me caía muy bien y había sido lo más parecido a una madre que había tenido desde que perdiera a la mía propia. Hubo un tiempo en el que yo misma había vivido en esta casa...Gracias a estas visitas y a la estancia aquí había aprendido bastantes cosas sobre su arte, por eso había considerado más rápido y eficiente venir yo a contarle el problema y llevarme la solución, que hacerla viajar a ella.
-Bueno, pues… ¿Qué te trae por aquí? ¿Ha pasado algo?
Le conté por encima todo lo sucedido esa noche, describiéndole detalladamente los síntomas de Aran. Ella asintió varias veces, hizo varias preguntas y se puso a rebuscar en sus estanterías, llenas de mejunjes, pociones, antídotos y venenos. A los quince minutos me entregó varios frascos de cristal con nombres extraños y diferentes, junto a una especie de manuscrito hecho por ella. Mel nos explicó que debíamos dejar pasar como máximo 16 horas antes de intentar despertar a Aran, ya que según ella solo le habían proporcionado un somnífero, no un veneno. De todas maneras, me hizo entrega de antídotos que serían de utilidad si se hubiera equivocado, y del libro para saber cómo utilizarlos.
En un momento me vi obligada a desviar a Hal, que, acostumbrada a ello, había intentado parar al llegar a la cascada.
-Hoy no tenemos tiempo para eso, Hal.-dije acercándome a la oreja de la yegua, acompañando mis palabras con un tirón de las riendas.-Lo siento, Hal está muy acostumbrada a parar aquí. Siempre venimos cuando salimos de paseo al bosque. Diría que es uno de mis lugares favoritos; podría estar horas y horas dentro de ese lago. La sensación es…mágica.-concluí, volviendo a recostarme en él.
Un rato más tarde, cuando nos encontrábamos ya inmersos en la profundidad del bosque, avisté la cabaña de Mel. Era una casita de madera, con plantas por todos lados que la envolvían y le daban el aspecto de estar hecha por la propia naturaleza. De ella, al escuchar los cascos de la yegua, salió una mujer mayor, enjuta y morena, con el cabello ya blanco cayéndole como un manto de nieve por los hombros. Esa era Mel, un hada del bosque.
-¡Sia!-exclamó con una sonrisa nada más reconocerme.-Quiero decir…Mi señora.-se corrigió al ver al elfo detrás.- ¿Qué hacéis aquí, a estas horas? ¡Me habéis asustado! Pasad, pasad, hace un frio invernal…
Nos abrió la puerta de su casa y entramos, después de dejar atada a Hal. Una ola de calor nos recibió; este calor provenía de los diversos calderos humeantes que había repartidos por la habitación principal.
-¿Estás trabajando a estas horas? Te conviene dormir, Mel…Ya tienes una edad. Y no me hables de usted, puedes tratarme como siempre. El…él no es nadie.-dije señalando a Gio.
Desde pequeña la había estado visitando periódicamente, la mujer me caía muy bien y había sido lo más parecido a una madre que había tenido desde que perdiera a la mía propia. Hubo un tiempo en el que yo misma había vivido en esta casa...Gracias a estas visitas y a la estancia aquí había aprendido bastantes cosas sobre su arte, por eso había considerado más rápido y eficiente venir yo a contarle el problema y llevarme la solución, que hacerla viajar a ella.
-Bueno, pues… ¿Qué te trae por aquí? ¿Ha pasado algo?
Le conté por encima todo lo sucedido esa noche, describiéndole detalladamente los síntomas de Aran. Ella asintió varias veces, hizo varias preguntas y se puso a rebuscar en sus estanterías, llenas de mejunjes, pociones, antídotos y venenos. A los quince minutos me entregó varios frascos de cristal con nombres extraños y diferentes, junto a una especie de manuscrito hecho por ella. Mel nos explicó que debíamos dejar pasar como máximo 16 horas antes de intentar despertar a Aran, ya que según ella solo le habían proporcionado un somnífero, no un veneno. De todas maneras, me hizo entrega de antídotos que serían de utilidad si se hubiera equivocado, y del libro para saber cómo utilizarlos.
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
La casa de Mel, en el centro del bosque, no desentonaba con los árboles y las plantas que la rodeaban. Permanecí sin intervenir en la conversación, pero escuchando con atención las instrucciones del hada. La estancia no disponía de más iluminación que una hoguera crepitante, a la que ayudaban media docena de calderos en su función de dar calor. Me hizo gracia el contraste entre la piel de Mel, que el fuego arrancaba destellos bronceados y motas marrones propias de toda hada de bosque, y la de la princesa, que por el mismo motivo brillaba especialmente sin dejar de ser blanca. A pesar de todo, el cansancio era obvio en su rostro, y cuando salimos de la pequeña cabaña no se negó a que fuera yo quien llevara la yegua.
- Agárrese fuerte, ¿eh?- dije, antes de dar a entender a aquella montura que queríamos llegar al castillo lo antes posible. No dije nada hasta medio camino, y casi no necesité de las riendas. Era una suerte, ya que a penas recordaba el camino de vuelta- Oh... de nuevo el lago. Es una suerte que su yegua tenga mejor sentido de la orientación que yo.
Cuando no obtuve respuesta y me volví para mostrarle una sonrisa, la vi dormida a mi espalda, ya que había decidido inclinarme sobre la cabeza del animal para que ella apoyara la cabeza. Decidí aminorar la marcha, y el resto del camino se convirtió en un paseo con tal de no despertarla. Sabía muy bien que de no hacerlo así le resultaría difícil volver a conciliar el sueño.
Y por fin, llegamos al castillo. Me quedé mirando a la princesa, pensando en la forma más cómoda de llevarla a su estancia sin despertarla, cuando no fue necesario. Oímos los gritos a nuestra espalda, y se despertó de inmediato.
- Agárrese fuerte, ¿eh?- dije, antes de dar a entender a aquella montura que queríamos llegar al castillo lo antes posible. No dije nada hasta medio camino, y casi no necesité de las riendas. Era una suerte, ya que a penas recordaba el camino de vuelta- Oh... de nuevo el lago. Es una suerte que su yegua tenga mejor sentido de la orientación que yo.
Cuando no obtuve respuesta y me volví para mostrarle una sonrisa, la vi dormida a mi espalda, ya que había decidido inclinarme sobre la cabeza del animal para que ella apoyara la cabeza. Decidí aminorar la marcha, y el resto del camino se convirtió en un paseo con tal de no despertarla. Sabía muy bien que de no hacerlo así le resultaría difícil volver a conciliar el sueño.
Y por fin, llegamos al castillo. Me quedé mirando a la princesa, pensando en la forma más cómoda de llevarla a su estancia sin despertarla, cuando no fue necesario. Oímos los gritos a nuestra espalda, y se despertó de inmediato.
Última edición por Gïo el Jue Ago 08, 2013 4:12 pm, editado 1 vez
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
- ¿Me puedes explicar cómo piensas hacerlo para no decir directamente que sospechamos de ellos? - me preguntó Minka. Ella era una hechicera rubia, de ojos azules y una elegancia poco común fuera de las esferas feéricas. Además poseía un gran poder y era experta en hechizos ofensivos al mismo nivel que yo lo era de hechizos defensivos y curativos.
- Mmm, bueno no creo que sea muy convincente, pero podemos fingir que solo queremos preguntar al servicio si han recibido alguna broma pesada por parte de algún alumno de la Torre. Al fin y al cabo no sería la primera vez que eso sucede - sonreí.
Se limitó a no comentar la idea. No era gran cosa como excusa para ir a "registrar" la casa de los Elanessë, pero no disponíamos de tiempo para pensar nada mejor. La desaparición de Nerón era algo que había que solucionar con la mayor celeridad posible.
Iba pensando en que más podía decir cuando habláramos con Iresia o con quien estuviera al cargo a estas horas, cuando al pasar por delante del establo vi 2 figuras dormitando dentro: Harias, el hermano de Nerón, y el dragón, Drante. Tal vez sería buena idea hablar primero con él, pues cabía la posibilidad de que supiera algo sobre la situación de su hermano. Y sino, teniendo el cuenta el temperamento que tenía aquel chico, tal vez montaba una escena en el castillo que me evitaría a mi tener que dar explicaciones sobre nuestra presencia allí.
Tras sugerirle la idea a Minka, nos acercamos a él y le desperté suavemente:
- Tranquilo soy yo, Duncan. Tenía que consultarte una... duda. Siento las horas que son, pero todo tiene una explicación - dije al ver la cara de extrañeza que ponía - ¿Has visto a Nerón en las últimas 3 horas?
- Mmm, bueno no creo que sea muy convincente, pero podemos fingir que solo queremos preguntar al servicio si han recibido alguna broma pesada por parte de algún alumno de la Torre. Al fin y al cabo no sería la primera vez que eso sucede - sonreí.
Se limitó a no comentar la idea. No era gran cosa como excusa para ir a "registrar" la casa de los Elanessë, pero no disponíamos de tiempo para pensar nada mejor. La desaparición de Nerón era algo que había que solucionar con la mayor celeridad posible.
Iba pensando en que más podía decir cuando habláramos con Iresia o con quien estuviera al cargo a estas horas, cuando al pasar por delante del establo vi 2 figuras dormitando dentro: Harias, el hermano de Nerón, y el dragón, Drante. Tal vez sería buena idea hablar primero con él, pues cabía la posibilidad de que supiera algo sobre la situación de su hermano. Y sino, teniendo el cuenta el temperamento que tenía aquel chico, tal vez montaba una escena en el castillo que me evitaría a mi tener que dar explicaciones sobre nuestra presencia allí.
Tras sugerirle la idea a Minka, nos acercamos a él y le desperté suavemente:
- Tranquilo soy yo, Duncan. Tenía que consultarte una... duda. Siento las horas que son, pero todo tiene una explicación - dije al ver la cara de extrañeza que ponía - ¿Has visto a Nerón en las últimas 3 horas?
Duncan- Guerrero
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Me asuste cuando Duncan me despertó, y casi salté contra él, pensando que era alguien que venia a terminar el trabajo de llevarse a Drante, pero me tranquilicé al reconocerle, y suspiré. Drante dio un bostezo, alarmado por la esencia mágica de aquellos dos visitantes. La chica que acompañaba al mago era una joven rubia, de ojos azules, con un atractivo inhumano. Abrí mucho los ojos cuando me hizo la pregunta, y el corazón me dio un vuelco. Solo había una explicación razonable para que me hiciese aquella pregunta: Nerón no había vuelto a casa.
-No, no le he visto-tragué saliva, intentando relajarme-¿Que demonios le ha pasado? ¿No ha vuelto a casa?-pregunté de sopetón, completamente nervioso. No podía ser una coincidencia, aquello no. Primero Drante y Aran, ahora Nerón, y a él no había podido salvarlo. Me giré y le di una patada a uno de los abrevaderos, llenó de ira por el suceso, y vi la expresión de desconcierto de Duncan y su compañera, a quien aun no me había presentado. No pude evitar relatare lo que había sucedido aquella noche, y en mitad del relato aparecieron, montados en una preciosa yegua blanca, Gïo y la princesa, que iba dormida. Corrí hacía él, interrumpiéndome.
-¡Mi hermano ha desaparecido!-le grité, despertando, probablemente, a casi todo el mundo que viviese en el castillo.
-No, no le he visto-tragué saliva, intentando relajarme-¿Que demonios le ha pasado? ¿No ha vuelto a casa?-pregunté de sopetón, completamente nervioso. No podía ser una coincidencia, aquello no. Primero Drante y Aran, ahora Nerón, y a él no había podido salvarlo. Me giré y le di una patada a uno de los abrevaderos, llenó de ira por el suceso, y vi la expresión de desconcierto de Duncan y su compañera, a quien aun no me había presentado. No pude evitar relatare lo que había sucedido aquella noche, y en mitad del relato aparecieron, montados en una preciosa yegua blanca, Gïo y la princesa, que iba dormida. Corrí hacía él, interrumpiéndome.
-¡Mi hermano ha desaparecido!-le grité, despertando, probablemente, a casi todo el mundo que viviese en el castillo.
Harias Gallagher- Principiante
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Vaya que suerte, Harias armaba un escándalo y encima aparecía la princesa acompañado de un elfo, aunque no estuviera consciente. Era un buen principio. Sin embargo, tampoco era necesario que despertara a todo el castillo, por lo que me acerqué a la vez que entretejía unas finas pero consistentes ataduras mágicas alrededor de él.
- Cálmate, Harias – dije, de forma que deshice el hechizo cuando vi que una calma superficial se instalaba en su mirada – Además, no estamos seguros de si tu hermano ha desaparecido o solo está haciendo alguna travesura.
Si había desaparecido de verdad tendríamos unos duros días de trabajo por delante, y si solo estaba trasteando se iba a enterar de lo estrictos que podíamos ser en la Torre con respecto a los castigos sobre las bromas pesadas. Levantar a media institución para que te buscara cuando no era necesario y promover sospechas en sus enemigos, era un juego peligroso.
El problema era que con la princesa dormida no podíamos... al girarme la vi perfectamente erguida sobre la montura, con aquel porte esbelto y elegante y aquella mirada gélida atravesándome:
- Oh, princesa, veo que ya se encuentra consciente. Siento interrumpir su descanso, pero hemos tenido un problema en la Torre y quería saber si usted o alguien de su castillo podría ayudarme. Será solo un momento – añadí al ver que ella arqueaba una ceja – Uno de nuestros jóvenes estudiantes no ha vuelto a casa y nos interesaría saber si alguien de palacio ha sido víctima de alguna... broma pesada. No sería la primera vez que alguien de la nobleza sufre algún percance pro culpa de nuestros estudiantes más jóvenes, muy a nuestro pesar – dije mirándola fijamente y con una mirada intensa.
- Cálmate, Harias – dije, de forma que deshice el hechizo cuando vi que una calma superficial se instalaba en su mirada – Además, no estamos seguros de si tu hermano ha desaparecido o solo está haciendo alguna travesura.
Si había desaparecido de verdad tendríamos unos duros días de trabajo por delante, y si solo estaba trasteando se iba a enterar de lo estrictos que podíamos ser en la Torre con respecto a los castigos sobre las bromas pesadas. Levantar a media institución para que te buscara cuando no era necesario y promover sospechas en sus enemigos, era un juego peligroso.
El problema era que con la princesa dormida no podíamos... al girarme la vi perfectamente erguida sobre la montura, con aquel porte esbelto y elegante y aquella mirada gélida atravesándome:
- Oh, princesa, veo que ya se encuentra consciente. Siento interrumpir su descanso, pero hemos tenido un problema en la Torre y quería saber si usted o alguien de su castillo podría ayudarme. Será solo un momento – añadí al ver que ella arqueaba una ceja – Uno de nuestros jóvenes estudiantes no ha vuelto a casa y nos interesaría saber si alguien de palacio ha sido víctima de alguna... broma pesada. No sería la primera vez que alguien de la nobleza sufre algún percance pro culpa de nuestros estudiantes más jóvenes, muy a nuestro pesar – dije mirándola fijamente y con una mirada intensa.
Duncan- Guerrero
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Me bajé de Hal para hablar con los recién llegados. Estaba siendo una noche realmente movida, y el brusco despertar había hecho que me sintiera más cansada todavía.
-Bueno, Duncan…No sé qué entendéis en la torre por ‘broma pesada’, pero podemos hablar de eso dentro.-llamé a dos guardias, uno para que se llevara a Hal y otro para que indicara a los humanos dónde estaba la sala de reuniones.-Nos vemos ahí en media hora, antes tengo que hacer una cosa.
Observé cómo el elfo dejaba que se llevaran a la yegua y cargaba con los frascos de antídotos. Me acerqué a él y le hice una señal para que me acompañara.
Subimos la escalera de caracol en silencio, despacio. Al llegar a la entrada, los guardias seguían exactamente en la misma posición en que los había dejado. Nos abrieron las puertas y entramos para encontrar a Aran dormido, como antes de irnos. Cogí los frascos de los brazos de Gio y los coloqué encima del escritorio, después de apartar todos los libros y ponerlos en el suelo.
Una vez hecho esto, que me llevó como cinco minutos, me quité la túnica y la dejé en una de las sillas. En el castillo no hacía frío, y con el vestido que tenía debajo se estaba bien, a pesar de dejar mis brazos al aire. De forma mecánica, me senté en el borde de la cama, mientras deshacía la trenza con los dedos.
Mi mirada barrió la habitación, y cuando se encontró con la del elfo, que se mantenía de pie cerca de la puerta, reparé en su presencia.
-Parece que esta noche no te voy a dejar dormir.-dije con una sonrisa cansada. Segundos después apreciamos como un poco más de luz entraba por la ventana: amanecía.-Bueno, o no te he dejado. Puedes sentarte, ¿eh, elfo del bosque? Todavía queda un rato hasta que tengamos que bajar.
-Bueno, Duncan…No sé qué entendéis en la torre por ‘broma pesada’, pero podemos hablar de eso dentro.-llamé a dos guardias, uno para que se llevara a Hal y otro para que indicara a los humanos dónde estaba la sala de reuniones.-Nos vemos ahí en media hora, antes tengo que hacer una cosa.
Observé cómo el elfo dejaba que se llevaran a la yegua y cargaba con los frascos de antídotos. Me acerqué a él y le hice una señal para que me acompañara.
Subimos la escalera de caracol en silencio, despacio. Al llegar a la entrada, los guardias seguían exactamente en la misma posición en que los había dejado. Nos abrieron las puertas y entramos para encontrar a Aran dormido, como antes de irnos. Cogí los frascos de los brazos de Gio y los coloqué encima del escritorio, después de apartar todos los libros y ponerlos en el suelo.
Una vez hecho esto, que me llevó como cinco minutos, me quité la túnica y la dejé en una de las sillas. En el castillo no hacía frío, y con el vestido que tenía debajo se estaba bien, a pesar de dejar mis brazos al aire. De forma mecánica, me senté en el borde de la cama, mientras deshacía la trenza con los dedos.
Mi mirada barrió la habitación, y cuando se encontró con la del elfo, que se mantenía de pie cerca de la puerta, reparé en su presencia.
-Parece que esta noche no te voy a dejar dormir.-dije con una sonrisa cansada. Segundos después apreciamos como un poco más de luz entraba por la ventana: amanecía.-Bueno, o no te he dejado. Puedes sentarte, ¿eh, elfo del bosque? Todavía queda un rato hasta que tengamos que bajar.
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Me senté a los pies de la preciosa cama de nogal junto a ella, que daban al ventanal por donde se colaban los primeros rayos de sol desde detrás de las montañas, tras el bosque donde vivía el hada de piel tostada. A nuestra espalda Aran dormía plácidamente, con una respiración calmada que me tranquilizó en cuanto a la posibilidad de que le hubieran envenenado. Reparé en las palabras de aquel mago, que venía de la torre, y la noche perdió el poco sentido que le quedaba. Había vivido noches largas e intensas, pero aquella se llevaba la palma.
- No siempre he sido un elfo del bosque, ¿sabéis?- Dije, fingiendo francamente mal mi enfado. Era un apodo realmente gracioso, y mejor que ''nadie''- Y no os preocupéis por eso. Desde que aparecisteis por la puerta con el cuento supe de alguna forma que no iba a ser una buena noche para dormir- Pensé un segundo en lo raro que eso había sonado, y traté de cambiar de tema con la menor torpeza que pude- Aunque para qué engañaros, estoy molido. ¿Soléis hacer esperar así a todos vuestros invitados o ese hombre os cae especialmente mal?
- No siempre he sido un elfo del bosque, ¿sabéis?- Dije, fingiendo francamente mal mi enfado. Era un apodo realmente gracioso, y mejor que ''nadie''- Y no os preocupéis por eso. Desde que aparecisteis por la puerta con el cuento supe de alguna forma que no iba a ser una buena noche para dormir- Pensé un segundo en lo raro que eso había sonado, y traté de cambiar de tema con la menor torpeza que pude- Aunque para qué engañaros, estoy molido. ¿Soléis hacer esperar así a todos vuestros invitados o ese hombre os cae especialmente mal?
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Una carcajada brotó de mi garganta ante la osadía de elfo. ''Una buena noche para dormir...'' pensé, y a mi mente acudió casi al instante su beso, el tacto de las yemas de sus dedos sobre mi rostro y su aroma.Esa imagen hizo que me olvidara por unos segundos de todo lo demás. a pesar de haber sucedido hacía horas, parecía tener semanas de antigüedad.
Sonreí al mirarlo a los ojos, de un verde diferente ahora que la luz del amanecer bailaba en ellos. Era una criatura extraña, este elfo del bosque... demasiado misterioso quizás, aunque ya me encargaría de descubrir sus secretos.
- Hmm... Tampoco es que me caiga especialmente bien... Y eso ya lo sé, pero no esperarás que te llame elfo de ciudad, porque está claro que no lo eres.- dije tomando entre mis dedos un mechón de pelo negro y colocándolo entre su cabello revuelto.
Sonreí al mirarlo a los ojos, de un verde diferente ahora que la luz del amanecer bailaba en ellos. Era una criatura extraña, este elfo del bosque... demasiado misterioso quizás, aunque ya me encargaría de descubrir sus secretos.
- Hmm... Tampoco es que me caiga especialmente bien... Y eso ya lo sé, pero no esperarás que te llame elfo de ciudad, porque está claro que no lo eres.- dije tomando entre mis dedos un mechón de pelo negro y colocándolo entre su cabello revuelto.
Última edición por Iresia Elanessë el Sáb Ago 10, 2013 3:01 pm, editado 1 vez
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
- No- dije, poniendo los ojos en blanco- está claro que parezco cualquier cosa menos un elfo civilizado.
Permanecimos un tiempo en silencio, hasta que ella trató de hacer algo con la maraña de pelo que llevaba en la cabeza.
- No tratéis de arreglarlo...- Dije, con una sonrisa- Es inútil. O bueno, no del todo. A vuestra madre le gustaba decir que mi cabello era perfecto para las cocinas, y que con él se harían los mejores trapos para fregar del norte. Tenía más sentido del humor que vuestro padre, eso puedo aseguraroslo...
Me callé de inmediato, al darme cuenta de lo que acababa de decir. Estaba demasiado cansado para pensar antes de hablar, y dí por hecho que la princesa debió sentirse mal porque hablara así de su madre.
Permanecimos un tiempo en silencio, hasta que ella trató de hacer algo con la maraña de pelo que llevaba en la cabeza.
- No tratéis de arreglarlo...- Dije, con una sonrisa- Es inútil. O bueno, no del todo. A vuestra madre le gustaba decir que mi cabello era perfecto para las cocinas, y que con él se harían los mejores trapos para fregar del norte. Tenía más sentido del humor que vuestro padre, eso puedo aseguraroslo...
Me callé de inmediato, al darme cuenta de lo que acababa de decir. Estaba demasiado cansado para pensar antes de hablar, y dí por hecho que la princesa debió sentirse mal porque hablara así de su madre.
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
-Bueno, eh…ve bajando.-dije poniéndome de pie y apartándome de Gïo, mientras este salía por la puerta. En un momento su presencia había dejado de ser reconfortante: ahora dolía. Porque él sí había conocido a Arianne, la madre que no poseía más de uno o dos recuerdos difusos en mi memoria. La había conocido y podía contar cosas como las que acababa de decir, imágenes graciosas que me ayudarían a formar una figura hasta entonces en sombras.
“¿De verdad quieres quitar las sombras?” dijo una voz en mi cabeza. Sí. No. No lo sabía, lo único que tenía claro era que iba a ser doloroso, y que era injusto que al elfo, sin ser nadie, lo tratara como a un hijo, mientras que a mí…
Quince minutos más tarde, el sonido de la puerta de mi habitación al cerrarse hizo que dejara la mente en blanco mientras bajaba las escaleras. Debía estar centrada si quería descubrir y entender lo que había pasado en el castillo esa noche. Aran era mucho más importante que cualquier fantasma del pasado.
Entré en la sala de reuniones, en la que estaban todos sentados, hablando. Se hizo un silencio que duró aproximadamente unos tres segundos, lo que tardé en comenzar a hablar.
-Buenos días.-dije mientras tomaba asiento cerca de ellos, antes de relatarle por encima a los dos magos humanos lo ocurrido con Aran y el dragón.-No sé si habrá alguno de vuestros alumnos entre los seis infiltrados. Espero que no, porque tanto yo como cualquiera de esta casa lo consideraría algo mucho más grave que una “broma pesada”. Si queréis, uno de vosotros puede ir a comprobarlo.-concluí, esperando alguna respuesta.
“¿De verdad quieres quitar las sombras?” dijo una voz en mi cabeza. Sí. No. No lo sabía, lo único que tenía claro era que iba a ser doloroso, y que era injusto que al elfo, sin ser nadie, lo tratara como a un hijo, mientras que a mí…
Quince minutos más tarde, el sonido de la puerta de mi habitación al cerrarse hizo que dejara la mente en blanco mientras bajaba las escaleras. Debía estar centrada si quería descubrir y entender lo que había pasado en el castillo esa noche. Aran era mucho más importante que cualquier fantasma del pasado.
Entré en la sala de reuniones, en la que estaban todos sentados, hablando. Se hizo un silencio que duró aproximadamente unos tres segundos, lo que tardé en comenzar a hablar.
-Buenos días.-dije mientras tomaba asiento cerca de ellos, antes de relatarle por encima a los dos magos humanos lo ocurrido con Aran y el dragón.-No sé si habrá alguno de vuestros alumnos entre los seis infiltrados. Espero que no, porque tanto yo como cualquiera de esta casa lo consideraría algo mucho más grave que una “broma pesada”. Si queréis, uno de vosotros puede ir a comprobarlo.-concluí, esperando alguna respuesta.
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
¿Habían intentado raptar a Aran y Drante?, ¿en la misma noche en la que Nerón desaparecía? Aquello empezaba a tornarse de un color siniestro. Obviamente, ningún estudiante ni hechicero emprendería semejante empresa, pero era mejor jugar sobre seguro.
Hacía años que los magos de la Torre habían conseguido desarrollar, en secreto, objetos con propiedades mágicas que nunca antes se habían visto o cuyo conocimiento se había perdido hacía milenios. Uno de ellos se llamaba Piedra de la Luna, y consistía en un sencillo colgante, anillo o cualquier accesorio con una gema engarzada que había sido cultivada con magia de una forma especial. La función de este objeto era sencilla pero muy práctica y codiciada en todo el mundo: conseguía establecer un vínculo mental entre el portador y otro hechicero con una gema similar que había sido enlazada con la primera, de forma que podían comunicarse mentalmente por muy alejados que estuvieran el uno del otro.
Kaiser, necesito saber si todos los alumnos y magos de la Torre están dentro de su recinto.
Todos ellos se encuentran aquí, a excepción de los Embajadores, por supuesto. Tampoco ha saltado ninguna de las alarmas mágicas.
De acuerdo. Gracias... y, necesito que le digas al Serafín que esta noche han intentado secuestrar a Aran, el hijo menor del rey de Lia-Gàe, y Drante, un... dragón libre que está residiendo en el castillo.
Kaiser era el Jefe de Espías, el hechicero que estaba a la cabeza del escuadrón que recibía los informes mentales de todos los hechiceros. Evidentemente, su cargo real y el de sus subordinados también era mantenido en secreto.
- Mmm, no me refería a ese tipo de bromas. Le puedo asegurar que ningún miembro de la Torre está detrás del intento de secuestro de Aran y Drante. En realidad queríamos saber si algún habitante del castillo había visto a un aprendiz nuevo, que casualmente es el hermano de Harias, aquí presente. Nos resulta un tanto desconcertante - dije mirando a Minka, la cual asentía - que la misma noche que vos y vuestra familia sois víctimas del agravio que nos acabáis de contar, uno de nuestros jóvenes e inexpertos aprendices más recientes y de mayor potencial se halle en paradero desconocido.
Hacía años que los magos de la Torre habían conseguido desarrollar, en secreto, objetos con propiedades mágicas que nunca antes se habían visto o cuyo conocimiento se había perdido hacía milenios. Uno de ellos se llamaba Piedra de la Luna, y consistía en un sencillo colgante, anillo o cualquier accesorio con una gema engarzada que había sido cultivada con magia de una forma especial. La función de este objeto era sencilla pero muy práctica y codiciada en todo el mundo: conseguía establecer un vínculo mental entre el portador y otro hechicero con una gema similar que había sido enlazada con la primera, de forma que podían comunicarse mentalmente por muy alejados que estuvieran el uno del otro.
Kaiser, necesito saber si todos los alumnos y magos de la Torre están dentro de su recinto.
Todos ellos se encuentran aquí, a excepción de los Embajadores, por supuesto. Tampoco ha saltado ninguna de las alarmas mágicas.
De acuerdo. Gracias... y, necesito que le digas al Serafín que esta noche han intentado secuestrar a Aran, el hijo menor del rey de Lia-Gàe, y Drante, un... dragón libre que está residiendo en el castillo.
Kaiser era el Jefe de Espías, el hechicero que estaba a la cabeza del escuadrón que recibía los informes mentales de todos los hechiceros. Evidentemente, su cargo real y el de sus subordinados también era mantenido en secreto.
- Mmm, no me refería a ese tipo de bromas. Le puedo asegurar que ningún miembro de la Torre está detrás del intento de secuestro de Aran y Drante. En realidad queríamos saber si algún habitante del castillo había visto a un aprendiz nuevo, que casualmente es el hermano de Harias, aquí presente. Nos resulta un tanto desconcertante - dije mirando a Minka, la cual asentía - que la misma noche que vos y vuestra familia sois víctimas del agravio que nos acabáis de contar, uno de nuestros jóvenes e inexpertos aprendices más recientes y de mayor potencial se halle en paradero desconocido.
Duncan- Guerrero
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: oiwhnfgjkbe4gt
A medida que transcurría la conversación me iba enfadando más y más. Tal y como hablaban parecía que les importaba realmente poco saber lo que realmente estaba sucediendo allí. Dudaba que fuese casualidad que todo aquello hubiese sucedido la misma noche, pero parecía ser que los demás no se daban cuenta de que si Nerón había desaparecido, es que aquellos secuestradores pertenecían a una banda bastante más grande, con suficientes operativos para atacar en dos sitios a la vez. Cuando terminó de hablar Duncan, lo pude soportar más, y me levanté de golpe, tirando la silla al suelo.
-¿Y por que demonios no dejamos de hablar y de especular e interrogamos a esos cabronazos que han intentado quitarnos a la princesa y a mi lo que más queremos?-casi chille, cegado por la rabia de la situación. No podía comprender como aquello no era lo primero que se habían planteado-y propongo que deputes les demos su merecido. Esos seres de ahí abajo no se merecen ni tener una sola bocanada más de aire en este mundo-continué, mirándoles a los ojos uno por uno y agarrando el mango de mi espada con mucha fuerza, haciéndome daño en la mano.
-¿Y por que demonios no dejamos de hablar y de especular e interrogamos a esos cabronazos que han intentado quitarnos a la princesa y a mi lo que más queremos?-casi chille, cegado por la rabia de la situación. No podía comprender como aquello no era lo primero que se habían planteado-y propongo que deputes les demos su merecido. Esos seres de ahí abajo no se merecen ni tener una sola bocanada más de aire en este mundo-continué, mirándoles a los ojos uno por uno y agarrando el mango de mi espada con mucha fuerza, haciéndome daño en la mano.
Harias Gallagher- Principiante
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Colarme en el carromato de especias había sido relativamente fácil. Cada día decenas de éstos se disponían a llevar sus cargas a una de las capitales más importantes del continente, Lia-Gáe. Era una rica ciudad de interior con un frío perpetuo y abastecida hasta límites insospechados...pero como en todas las demás ciudades, había desigualdades sociales, división de estamentos e incluso disputas entre la magia nobiliaria y la magia académica.
Hacía años que no la visitaba, demasiados quizá. Recordaba las visitas junto al viejo Dast, aquel comerciante marino y mi única familia conocida. Había sido como un padre para mi, él me rescató del desamparo de ser huérfano al nacer, me libró de morir y me tuvo bajo su protección numerosos años hasta su muerte por enfermedad.
Di un largo suspiro, ligeramente apoyado en la parte trasera del carromato, aguantando el traqueteo constante. Me decidí por ese porque el conductor era un anciano que ya chocheaba; apenas oía y veía menos, pero sus recios caballos le guiaban por las rutas comerciales, estaban bien enseñados.
En ningún momento de la noche se percató el conductor de mi asaltadora presencia, también porque tenía un don innato para no llamar la atención menos en mis pesadas borracheras.
Fijé la vista en unos diminutos frascos depositados en cofres de cristal. Eran fuertes licores de numerosos sabores e iban desde la naranja almibarada hasta el agrio sabor del limón pocho. Sin poder resistir la tentación y ya sumido en un mar taciturno tras los desacertados sucesos de aquel día decidí apropiarme de los frascos para bebérmelos todos, sin pausa.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no solo por el alcohol que había consumido sino porque el viejo conductor me estaba golpeando con una vara, escupiendo palabras que no entendí en el momento. "Vaya, creo que se ha dado cuenta de que llevaba demasiada carga en el carromato". Sin pensarlo dos veces me precipité al suelo, escapando del conductor y de la vara; mareado y desorientado corrí hasta perderlo de vista y cuando estuve seguro de que no me alcanzaría, paré en seco.
-Condenado viejo, fuerza si que tiene...- Mi voz sonaba ronca y mi respiración acelerada. Cuando mi vista dejó de ser borrosa para volver a la realidad pude distinguir el castillo de Lia-Gáe con sus muros, enormes armazones que lo protegían de toda molestia. Al menos había llegado y entonces recordé a qué había ido allí y qué quería recuperar...arduos negocios me esperaban aquel día y lo peor es que no tenía nada, lo había perdido todo salvo una pizca de dignidad.
Me dispuse a caminar pero la tranquilidad del trayecto no duró mucho. Cuando llegué a la plaza central una marabunta de gente gritaba alborotadamente, todos miraban en la misma dirección y mi curiosidad me hizo avanzar entre el tumulto que me ahogaba.
Llegué a duras penas a la primera fila y vi el sobrecogedor espectáculo que se estaba gestando. Era una ejecución de cinco prisioneros sujetos por numerosos guardias reales. Uno de los guardias, muy corpulento y de severa mirada, anunciaba el agravio que aquellos cinco miserables habían hecho hacia la nobleza de la ciudad entrando a robar a medianoche en el castillo. Los acusaba con voz impersonal pero ofensiva mientras algunos de ellos gritaban desesperados.
Entre tanto grito alcancé a escuchar el nombre en una frase inteligible "Crassior". Uno de los prisioneros lo repetía sin cesar. "¡¡¡¡¡Crassior os lo hará pagar!!!!!", "¡¡¡¡Crassior sabe!!!!" y de repente una de las tantas conversaciones que escuchaba cada noche en las tabernas tomó sentido. La de aquella misma noche, de hecho.
Enfrascado en esos pensamientos perdí la vista al frente, mirando sin ver la agónica escena pero una figura me hizo despertar del ensimismamiento y entonces todo se volvió confuso.
Allí estaba, avanzando lentamente, subiendo al estrado en el cual se encontraban los prisioneros. Todo en ella era tremendamente familiar: su piel blanca como la nieve, su pelo lacio y azulado cayéndole como una cascada por los hombros, sus labios ligeramente violetas y carnosos...podía intuir sus picudas y escondidas orejas incluso pero fueron sus ojos los que asustaron mi alma; esos penetrantes ojos azules que hacían que todos los océanos perdiesen su sentido para alojarse en ellos ocupando una nueva función, la de mirarme.
Y sí, durante un segundo creí que ellos me miraban y desnudaban la oscuridad que me habitaba, derritiendo cada parte de mi. Pero esa figura no podía ser Bessa, a pesar del enorme parecido...Bessa había muerto tiempo atrás de forma cruel. -No, no, no- me dije, pero era demasiado tarde, no podía dejar de observarla mientras daba las órdenes para llevar a cabo la ejecución.
La joven se presentó como Iresia Elanessë, era noble y feérica, estaba a cargo del castillo en esas fechas y poseía el don de la magia. Sentimientos contradictorios crepitaron en mi interior mientras las cabezas salían disparadas en un espectáculo encarnizado. Otros individuos rodeaban a la princesa además de numerosos guardias, protegiéndola de la sangre pero no tuve tiempo de fijarme en ellos.
Acabada la ejecución tomé una decisión precipitada, iría al castillo a visitar a Iresia Elanessë y le daría información a cambio de una recompensa. A pesar del odio, las diferencias...la vida me había hecho carecer de principios y no solo eso, ahora ella ocupaba mi mente y mi curiosidad.
Hacía años que no la visitaba, demasiados quizá. Recordaba las visitas junto al viejo Dast, aquel comerciante marino y mi única familia conocida. Había sido como un padre para mi, él me rescató del desamparo de ser huérfano al nacer, me libró de morir y me tuvo bajo su protección numerosos años hasta su muerte por enfermedad.
Di un largo suspiro, ligeramente apoyado en la parte trasera del carromato, aguantando el traqueteo constante. Me decidí por ese porque el conductor era un anciano que ya chocheaba; apenas oía y veía menos, pero sus recios caballos le guiaban por las rutas comerciales, estaban bien enseñados.
En ningún momento de la noche se percató el conductor de mi asaltadora presencia, también porque tenía un don innato para no llamar la atención menos en mis pesadas borracheras.
Fijé la vista en unos diminutos frascos depositados en cofres de cristal. Eran fuertes licores de numerosos sabores e iban desde la naranja almibarada hasta el agrio sabor del limón pocho. Sin poder resistir la tentación y ya sumido en un mar taciturno tras los desacertados sucesos de aquel día decidí apropiarme de los frascos para bebérmelos todos, sin pausa.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no solo por el alcohol que había consumido sino porque el viejo conductor me estaba golpeando con una vara, escupiendo palabras que no entendí en el momento. "Vaya, creo que se ha dado cuenta de que llevaba demasiada carga en el carromato". Sin pensarlo dos veces me precipité al suelo, escapando del conductor y de la vara; mareado y desorientado corrí hasta perderlo de vista y cuando estuve seguro de que no me alcanzaría, paré en seco.
-Condenado viejo, fuerza si que tiene...- Mi voz sonaba ronca y mi respiración acelerada. Cuando mi vista dejó de ser borrosa para volver a la realidad pude distinguir el castillo de Lia-Gáe con sus muros, enormes armazones que lo protegían de toda molestia. Al menos había llegado y entonces recordé a qué había ido allí y qué quería recuperar...arduos negocios me esperaban aquel día y lo peor es que no tenía nada, lo había perdido todo salvo una pizca de dignidad.
Me dispuse a caminar pero la tranquilidad del trayecto no duró mucho. Cuando llegué a la plaza central una marabunta de gente gritaba alborotadamente, todos miraban en la misma dirección y mi curiosidad me hizo avanzar entre el tumulto que me ahogaba.
Llegué a duras penas a la primera fila y vi el sobrecogedor espectáculo que se estaba gestando. Era una ejecución de cinco prisioneros sujetos por numerosos guardias reales. Uno de los guardias, muy corpulento y de severa mirada, anunciaba el agravio que aquellos cinco miserables habían hecho hacia la nobleza de la ciudad entrando a robar a medianoche en el castillo. Los acusaba con voz impersonal pero ofensiva mientras algunos de ellos gritaban desesperados.
Entre tanto grito alcancé a escuchar el nombre en una frase inteligible "Crassior". Uno de los prisioneros lo repetía sin cesar. "¡¡¡¡¡Crassior os lo hará pagar!!!!!", "¡¡¡¡Crassior sabe!!!!" y de repente una de las tantas conversaciones que escuchaba cada noche en las tabernas tomó sentido. La de aquella misma noche, de hecho.
Enfrascado en esos pensamientos perdí la vista al frente, mirando sin ver la agónica escena pero una figura me hizo despertar del ensimismamiento y entonces todo se volvió confuso.
Allí estaba, avanzando lentamente, subiendo al estrado en el cual se encontraban los prisioneros. Todo en ella era tremendamente familiar: su piel blanca como la nieve, su pelo lacio y azulado cayéndole como una cascada por los hombros, sus labios ligeramente violetas y carnosos...podía intuir sus picudas y escondidas orejas incluso pero fueron sus ojos los que asustaron mi alma; esos penetrantes ojos azules que hacían que todos los océanos perdiesen su sentido para alojarse en ellos ocupando una nueva función, la de mirarme.
Y sí, durante un segundo creí que ellos me miraban y desnudaban la oscuridad que me habitaba, derritiendo cada parte de mi. Pero esa figura no podía ser Bessa, a pesar del enorme parecido...Bessa había muerto tiempo atrás de forma cruel. -No, no, no- me dije, pero era demasiado tarde, no podía dejar de observarla mientras daba las órdenes para llevar a cabo la ejecución.
La joven se presentó como Iresia Elanessë, era noble y feérica, estaba a cargo del castillo en esas fechas y poseía el don de la magia. Sentimientos contradictorios crepitaron en mi interior mientras las cabezas salían disparadas en un espectáculo encarnizado. Otros individuos rodeaban a la princesa además de numerosos guardias, protegiéndola de la sangre pero no tuve tiempo de fijarme en ellos.
Acabada la ejecución tomé una decisión precipitada, iría al castillo a visitar a Iresia Elanessë y le daría información a cambio de una recompensa. A pesar del odio, las diferencias...la vida me había hecho carecer de principios y no solo eso, ahora ella ocupaba mi mente y mi curiosidad.
Valmar de Rhen- Novato
- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 30/07/2013
Edad : 41
Localización : Islas Centrales
Re: oiwhnfgjkbe4gt
El sol de la tarde bañaba el jardín del castillo. En él Aran correteaba de un lado a otro, jugando con Nyx, y yo leía tranquilamente en un banco.
El niño se había despertado hacía casi dos días, al poco rato de que Duncan y la otra humana abandonaran el castillo. Desde entonces no me había separado de él, y no tenía pensado hacerlo en bastante tiempo, al menos hasta que no se aclarara todo. Aran no recordaba nada, solo decía que había bajado a ver al dragón de cerca y se había quedado dormido; no le faltaba razón, puesto que lo que le habían dado sí había resultado ser solo un somnífero. Y menos mal.
-Señora…ha llegado alguien.-me sorprendió la voz de uno de los sirvientes. Dejé el libro abierto sobre el banco de piedra y lo seguí hasta donde esperaba la visita. Después de haber pasado la mañana entera (tras la ejecución) durmiendo, todo volvía a ser rutinario.
Esperaba que fuera algún mensajero que viniera de Mánwë, ya que mi padre tenía por costumbre enviar y recibir cartas con noticias del castillo y de la ciudad mientras se hospedaba fuera. Las reuniones, en las que se juntaban los reyes de las siete urbes más importantes del norte, se celebraban cada año en una de estas ciudades, siendo el rey de esa ciudad el que proporcionaba todo lo necesario (alojamiento y demás) al resto. Simplemente se dedicaban a debatir temas políticos, sociales o económicos y a proponer cambios que consideraran necesarios. Todo esto lo hacían con una tranquilidad extrema, y más que trabajo parecían unas vacaciones, por lo que no esperaba que estuvieran menos de dos o tres semanas fuera.
Sin embargo, cuando el guardia abrió la puerta, tras presentarme, no me encontré precisamente con un mensajero. El hombre que había allí de pie iba muy desaliñado, con una barba muy descuidada y ropas sucias. Detrás de toda la suciedad y dejadez noté sus ojos grises clavados en mí; su mirada me inquietó bastante, ya que poseía un brillo extraño. Lo atribuí al mareo que tenía y a los efectos del alcohol, porque el olor llegaba hasta mí.
Dirigí una mirada interrogante a los guardias que habían llevado a aquel despojo hasta allí, preguntándome para qué me habían molestado.
-Mi señora, asegura tener información…importante. Relacionada con el príncipe y…
-Está bien. Retiraos.-dije mientras me acercaba al hombre, con una curiosidad encontrada.-No esperarás que intente mantener una conversación contigo en este estado. Ven.-salí de la sala y lo llevé por los pasillos hasta el ala de invitados.-Date una ducha fría, a ver si te espabilas un poco.
Cuando lo hube dejado en una de las habitaciones me dirigí a un guardia y le mandé vigilar la puerta. También se encargaría de llevar al humano desconocido hasta mí cuando considerara que estaba lo suficientemente despejado. "Espero que sea pronto" pensé, deseando escuchar lo que tenía que decir sobre Aran.
El niño se había despertado hacía casi dos días, al poco rato de que Duncan y la otra humana abandonaran el castillo. Desde entonces no me había separado de él, y no tenía pensado hacerlo en bastante tiempo, al menos hasta que no se aclarara todo. Aran no recordaba nada, solo decía que había bajado a ver al dragón de cerca y se había quedado dormido; no le faltaba razón, puesto que lo que le habían dado sí había resultado ser solo un somnífero. Y menos mal.
-Señora…ha llegado alguien.-me sorprendió la voz de uno de los sirvientes. Dejé el libro abierto sobre el banco de piedra y lo seguí hasta donde esperaba la visita. Después de haber pasado la mañana entera (tras la ejecución) durmiendo, todo volvía a ser rutinario.
Esperaba que fuera algún mensajero que viniera de Mánwë, ya que mi padre tenía por costumbre enviar y recibir cartas con noticias del castillo y de la ciudad mientras se hospedaba fuera. Las reuniones, en las que se juntaban los reyes de las siete urbes más importantes del norte, se celebraban cada año en una de estas ciudades, siendo el rey de esa ciudad el que proporcionaba todo lo necesario (alojamiento y demás) al resto. Simplemente se dedicaban a debatir temas políticos, sociales o económicos y a proponer cambios que consideraran necesarios. Todo esto lo hacían con una tranquilidad extrema, y más que trabajo parecían unas vacaciones, por lo que no esperaba que estuvieran menos de dos o tres semanas fuera.
Sin embargo, cuando el guardia abrió la puerta, tras presentarme, no me encontré precisamente con un mensajero. El hombre que había allí de pie iba muy desaliñado, con una barba muy descuidada y ropas sucias. Detrás de toda la suciedad y dejadez noté sus ojos grises clavados en mí; su mirada me inquietó bastante, ya que poseía un brillo extraño. Lo atribuí al mareo que tenía y a los efectos del alcohol, porque el olor llegaba hasta mí.
Dirigí una mirada interrogante a los guardias que habían llevado a aquel despojo hasta allí, preguntándome para qué me habían molestado.
-Mi señora, asegura tener información…importante. Relacionada con el príncipe y…
-Está bien. Retiraos.-dije mientras me acercaba al hombre, con una curiosidad encontrada.-No esperarás que intente mantener una conversación contigo en este estado. Ven.-salí de la sala y lo llevé por los pasillos hasta el ala de invitados.-Date una ducha fría, a ver si te espabilas un poco.
Cuando lo hube dejado en una de las habitaciones me dirigí a un guardia y le mandé vigilar la puerta. También se encargaría de llevar al humano desconocido hasta mí cuando considerara que estaba lo suficientemente despejado. "Espero que sea pronto" pensé, deseando escuchar lo que tenía que decir sobre Aran.
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
- Siéntate Harias, por favor - le miré con toda la tranquilidad que tenía en mi interior, en un nuevo intento de transmitirle la sensación - En primer lugar, no pensarás de verdad que nuestra adorada princesa no se ha encargado de interrogar a los raptores de nuestro querido e indefenso príncipe, ¿no? Lo más probable es que, a estas alturas, por debajo de nuestro pies, haya gente especializada en estos trabajos charlando con los prisioneros. En segundo lugar, no tenemos certeza de que esos hombre tengan nada que ver con tu hermano. Es más, ni siquiera sabemos si Nerón ha desaparecido, pero créeme cuando te digo que me voy a encargar personalmente de encontrarlo. Tanto si ha sufrido un intento de secuestro similar al del príncipe Aran y Drante, como si se trata de un juego infantil, no pienso permitir que tanto talento junto se desperdicie - añadí mientras me levantaba con decisión y veía encenderse una chispa de esperanza en la frenética mirada de Harias. Ahora, si nos disculpan, mi compañera y yo tenemos mucho trabajo que hacer - hice una reverencia elegante ante Iresia y salimos de la sala.
Obviamente, no podíamos dejar este tema así: ya no me cabía duda de que aquello no era una simple travesura y era posible que aquellos hombres supieran algo acerca de todo esto. Sin lugar a dudas, serían ejecutados en unas horas y no podía hacer nada para impedirlo. Por descontado, no podía esperar que Iresia nos transmitiera toda la información que podría resultarnos útil. Había que actuar rápido.
- Corrígeme si me equivoco: quieres hacer una visita subrepticia a nuestros sospechosos.
- Siempre me has conocido demasiado bien, Minka - sonreí.
Encontrar la celda del cabecilla no fue muy difícil, pues bastó con bajar a los pisos más inferiores y escuchar de donde provenían los gritos de dolor e histeria. Lo más difícil había sido caminar por el castillo sin que nadie nos viera, aunque, por supuesto, pocas cosas hay que la magia y un poco de sigilo no puedan conseguir.
Nada más abrir la puerta y antes de que nos vieran, Minka dejó inconscientes a todos los guardias con un leve impulso de magia y yo inmovilicé al preso colocando una barrera neblinosa delante de los ojos de todos los presentes, para evitar reconocimientos incómodos en el futuro.
- ¿Quién hay ahí?, ¿quién eres?, ¿qué quieres de mi? - balbuceó mientras le caían lágrimas de los ojos.
- Soy alguien que puede hacerte mucho más daño en un instante que todos estos hombres juntos en años si no respondes a una simple pregunta - dije mientras atraía la silla con magia para que calara en él la idea de quien estaba delante de él.
Me coloqué detrás y situé las manos a ambos lados del cuello al tiempo que dejaba a mi mente volcarse en el interior de aquel hombre:
- Recientemente ha desaparecido un estudiante de la Torre que acababa de ser admitido en la misma. El chico en cuestión se llama Nerón. ¿Tu organización tiene algo que ver con todo esto?
- No - dijo con una gran tensión. Según respondió la pregunta capté la mentira en sus palabras: sus impulsos cerebrales habían aumentado de forma repentina y sus pulsaciones se habían acelerado.
- Mientes - añadí al tiempo que lanzaba un dardillo mágico a una zona determinada del cerebro, con lo que me aseguraba que perdiera la consciencia y los últimos minutos de su memoria.
A medida que salíamos de aquella sala y del castillo había dos preguntas que no dejaban de rondarme la cabeza: ¿qué promesa de castigo tan terrorífica puede pesar sobre tu cabeza para mentirle a un hechicero que te está amenazando con una tortura sin límites de dolor? Y lo más importante, ¿quién ha decretado esa promesa?
Obviamente, no podíamos dejar este tema así: ya no me cabía duda de que aquello no era una simple travesura y era posible que aquellos hombres supieran algo acerca de todo esto. Sin lugar a dudas, serían ejecutados en unas horas y no podía hacer nada para impedirlo. Por descontado, no podía esperar que Iresia nos transmitiera toda la información que podría resultarnos útil. Había que actuar rápido.
- Corrígeme si me equivoco: quieres hacer una visita subrepticia a nuestros sospechosos.
- Siempre me has conocido demasiado bien, Minka - sonreí.
Encontrar la celda del cabecilla no fue muy difícil, pues bastó con bajar a los pisos más inferiores y escuchar de donde provenían los gritos de dolor e histeria. Lo más difícil había sido caminar por el castillo sin que nadie nos viera, aunque, por supuesto, pocas cosas hay que la magia y un poco de sigilo no puedan conseguir.
Nada más abrir la puerta y antes de que nos vieran, Minka dejó inconscientes a todos los guardias con un leve impulso de magia y yo inmovilicé al preso colocando una barrera neblinosa delante de los ojos de todos los presentes, para evitar reconocimientos incómodos en el futuro.
- ¿Quién hay ahí?, ¿quién eres?, ¿qué quieres de mi? - balbuceó mientras le caían lágrimas de los ojos.
- Soy alguien que puede hacerte mucho más daño en un instante que todos estos hombres juntos en años si no respondes a una simple pregunta - dije mientras atraía la silla con magia para que calara en él la idea de quien estaba delante de él.
Me coloqué detrás y situé las manos a ambos lados del cuello al tiempo que dejaba a mi mente volcarse en el interior de aquel hombre:
- Recientemente ha desaparecido un estudiante de la Torre que acababa de ser admitido en la misma. El chico en cuestión se llama Nerón. ¿Tu organización tiene algo que ver con todo esto?
- No - dijo con una gran tensión. Según respondió la pregunta capté la mentira en sus palabras: sus impulsos cerebrales habían aumentado de forma repentina y sus pulsaciones se habían acelerado.
- Mientes - añadí al tiempo que lanzaba un dardillo mágico a una zona determinada del cerebro, con lo que me aseguraba que perdiera la consciencia y los últimos minutos de su memoria.
A medida que salíamos de aquella sala y del castillo había dos preguntas que no dejaban de rondarme la cabeza: ¿qué promesa de castigo tan terrorífica puede pesar sobre tu cabeza para mentirle a un hechicero que te está amenazando con una tortura sin límites de dolor? Y lo más importante, ¿quién ha decretado esa promesa?
Duncan- Guerrero
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 10/09/2009
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Me pronuncié a las puertas del castillo, pidiendo al guardia una audiencia con la regente de éste. Le dije que tenía información precisa sobre el tema que preocupaba profundamente a la princesa Iresia Elanessë y que iba en son de paz.
Sin apenas articular palabra y mirándome de arriba abajo, asintió con la cabeza y las puertas se abrieron ante mi. Acto seguido se dispuso a acompañarme por los patios internos llenos de sirvientes que entraban y salían, acatando sus tareas diarias. Algunos dirigieron sus miradas hacia mi persona con desconfianza, curiosidad y un punto de acritud. Mi aspecto sucio de borracho y el puñal que visiblemente llevaba enfundado no debió gustarles. Y por lo visto a la princesa tampoco le gustó en absoluto. La espera se hizo corta, rodeado de dos guardias.
Llegó con la inquietud de quien recibe una visita sorpresa, porque desde luego, ella no me esperaba para nada y debo decir que yo tampoco tenía pensado ir al castillo de la nobleza más rancia pero la vida era una continua red de cambios.
Pasé el peso de un pie a otro, todavía mareado por los efectos de los fortísimos licores. Y debía de apestar, ya que la princesa arrugó la nariz al tiempo que me miraba con aires de suficiencia, sabiéndose por encima de mi en la escala social de la vida. En eso no se parecía a...ella jamás habría hecho distinciones, pero no eran la misma persona, no tenían nada que ver.
Me incliné levemente, con desgana y reticencia y la miré con atención mientras la escuchaba. Su voz...ahí noté la diferencia. Su voz era muy suave, pero en lugar de la dulzura evocada, encontré un frío témpano de hielo en cada sonido y cierto asqueo.
Ebrio y desatinado acepté con cierto agrado la ducha que me concedía e incluso escapó cierta risa sarcástica de mi garganta al escucharla decir "a ver si te espabilas un poco". Cierto deseo incontrolable subió por mi cuerpo, pero me contuve cansado y preso de un mar de contradicciones.
Antes de cruzar la puerta, seguido de un guardia, fijé la vista en ella y sonriendo con cierta tristeza apenas perceptible susurré "Bessa adoraba apoyarse en mi costado, oler a mi y yo a ella..."
Lo dije tan bajo que Lady Iresia no alcanzó a entenderme y con extrañeza siguió su camino. Yo seguí el mío, alertado por el guardia y cuando cerré la puerta terminé la frase: "claro que ya no soy el mismo joven, ni mi olor es el mismo".
Eché una vista rápida a la habitación. Era amplia pero austera, con una sencilla cama de invitados, una cómoda y un armario nacarado lleno de ropajes, sedas de gran calidad. No era a lo que yo estaba acostumbrado, de hecho, detestaba cualquier rastro de nobleza pero las riquezas eran tentadoras y estar allí me volvía por momentos un ser más depreciable.
Tomé una ducha rápida y apetecible. Aparté la roña de mi cuerpo, recorté mi barba y peiné las greñas del cabello como pude. Al fin pude ver mi rostro entre la maraña ahora cuidada. Era un rostro aún joven, lleno de cicatrices y con la tristeza del que tuvo sueños que se truncaron.
Me dispuse a elegir ropajes. Me decidí por un jubón de seda negro y unos ajustados pantalones grises con mis inseparables botas oscuras que traté de limpiar. Ahora parecía más un humano, no tanto un pirata, pero me valdría.
Avisé al guardia de que ya estaba listo y éste me llevó hasta la biblioteca del castillo, donde supuse, me esperaba la princesita altiva. Despreocupado, tomé asiento en uno de los escritorios, no sin antes apartar sin cuidado varios libros amontonados.
-Bien, guardia...quien seas, ya os podéis ir, no voy a violar a la princesa ni nada parecido...está segura conmigo, soy todo un caballero- Mis palabras carecían de seriedad, más bien estaban llenas de sarcasmo y mi seguida inclinación no debió agradarla.
Sin apenas articular palabra y mirándome de arriba abajo, asintió con la cabeza y las puertas se abrieron ante mi. Acto seguido se dispuso a acompañarme por los patios internos llenos de sirvientes que entraban y salían, acatando sus tareas diarias. Algunos dirigieron sus miradas hacia mi persona con desconfianza, curiosidad y un punto de acritud. Mi aspecto sucio de borracho y el puñal que visiblemente llevaba enfundado no debió gustarles. Y por lo visto a la princesa tampoco le gustó en absoluto. La espera se hizo corta, rodeado de dos guardias.
Llegó con la inquietud de quien recibe una visita sorpresa, porque desde luego, ella no me esperaba para nada y debo decir que yo tampoco tenía pensado ir al castillo de la nobleza más rancia pero la vida era una continua red de cambios.
Pasé el peso de un pie a otro, todavía mareado por los efectos de los fortísimos licores. Y debía de apestar, ya que la princesa arrugó la nariz al tiempo que me miraba con aires de suficiencia, sabiéndose por encima de mi en la escala social de la vida. En eso no se parecía a...ella jamás habría hecho distinciones, pero no eran la misma persona, no tenían nada que ver.
Me incliné levemente, con desgana y reticencia y la miré con atención mientras la escuchaba. Su voz...ahí noté la diferencia. Su voz era muy suave, pero en lugar de la dulzura evocada, encontré un frío témpano de hielo en cada sonido y cierto asqueo.
Ebrio y desatinado acepté con cierto agrado la ducha que me concedía e incluso escapó cierta risa sarcástica de mi garganta al escucharla decir "a ver si te espabilas un poco". Cierto deseo incontrolable subió por mi cuerpo, pero me contuve cansado y preso de un mar de contradicciones.
Antes de cruzar la puerta, seguido de un guardia, fijé la vista en ella y sonriendo con cierta tristeza apenas perceptible susurré "Bessa adoraba apoyarse en mi costado, oler a mi y yo a ella..."
Lo dije tan bajo que Lady Iresia no alcanzó a entenderme y con extrañeza siguió su camino. Yo seguí el mío, alertado por el guardia y cuando cerré la puerta terminé la frase: "claro que ya no soy el mismo joven, ni mi olor es el mismo".
Eché una vista rápida a la habitación. Era amplia pero austera, con una sencilla cama de invitados, una cómoda y un armario nacarado lleno de ropajes, sedas de gran calidad. No era a lo que yo estaba acostumbrado, de hecho, detestaba cualquier rastro de nobleza pero las riquezas eran tentadoras y estar allí me volvía por momentos un ser más depreciable.
Tomé una ducha rápida y apetecible. Aparté la roña de mi cuerpo, recorté mi barba y peiné las greñas del cabello como pude. Al fin pude ver mi rostro entre la maraña ahora cuidada. Era un rostro aún joven, lleno de cicatrices y con la tristeza del que tuvo sueños que se truncaron.
Me dispuse a elegir ropajes. Me decidí por un jubón de seda negro y unos ajustados pantalones grises con mis inseparables botas oscuras que traté de limpiar. Ahora parecía más un humano, no tanto un pirata, pero me valdría.
Avisé al guardia de que ya estaba listo y éste me llevó hasta la biblioteca del castillo, donde supuse, me esperaba la princesita altiva. Despreocupado, tomé asiento en uno de los escritorios, no sin antes apartar sin cuidado varios libros amontonados.
-Bien, guardia...quien seas, ya os podéis ir, no voy a violar a la princesa ni nada parecido...está segura conmigo, soy todo un caballero- Mis palabras carecían de seriedad, más bien estaban llenas de sarcasmo y mi seguida inclinación no debió agradarla.
Valmar de Rhen- Novato
- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 30/07/2013
Edad : 41
Localización : Islas Centrales
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Bajé al jardín a recoger el libro que había dejado a medias y lo subí a mis dependencias. Mientras el recién llegado se duchaba, decidí hacer tiempo recogiendo las obras que ya había leído y llevándolas a la biblioteca. Así, pasé media hora ordenando los volúmenes y después procedí a dar clase a Aran. El niño se mostró concentrado y alegre, y salió de la biblioteca con la despreocupación propia de su edad.
Toda la preocupación le vino encima cuando lo llevé a su habitación y le dije que se tenía que bañar. Era obvio, y él lo sabía de sobra, puesto que tenía tanto la cara como las manos llenas de tierra del jardín. Por no hablar de la ropa, que no estaba hecha precisamente para revolcarse por el suelo.
-No…Venga, Sia, luego…Después de merendar…De verdad.-dijo haciendo pucheros. Si había algo que no soportaba (y yo no entendía) era su fobia por el agua. En eso era igualito a Nyx, no le gustaba nada, y no podíamos dejar que ninguna criada lo ayudara a lavarse: los gritos se oían en todo el castillo. Por esto, era su madre la que lo hacía siempre. Y desde que se fue me tocaba a mí.
-Lo siento, Aran, pero no creo que pueda aguantar ni una hora más teniendo un mapache por hermano.-dije riéndome y poniéndolo delante del espejo para que viera las manchas negras que tenía debajo de los ojos. El niño sonrió un poco al ver su reflejo.-Además, tú quieres ser un hechicero súper importante. ¿Crees que ellos llevan alguna mancha en los pantalones? No, ¿verdad?
De ese modo conseguí estar peinándole el cabello castaño mojado en menos de media hora. Cuando acabé dejé que se fuera a las cocinas a merendar y me dirigí a la biblioteca de nuevo, donde supuse que llevarían al humano.
Mientras caminaba por el pasillo me fui fijando en que el único que se había bañado no era Aran; yo también tenía parte del pelo mojado, así como el vestido. Me desenredé distraídamente el cabello con las manos para que se secara antes y entré en la estancia, donde esperaba el hombre de antes.
“¿Es el mismo?” pensé nada más verlo. Aparentaba mucha menos edad, quizá no llegara a los treinta.
Aun así, mi sorpresa por su nueva apariencia (parecía otro) duró poco, ya que mi atención se centró en el comentario que acababa de hacer al guardia. No pude evitar que una carcajada brotara de mi garganta, divertida.
-Sí, hacedle caso, retiraos. No me supone ningún peligro.- dije observando cómo asentía y se iba el guardia. Me senté enfrente del humano, que parecía más centrado que antes.- ¿Qué, tus modales también se los ha llevado el agua? Bueno, me han dicho que tienes información que me interesa. No sé qué quieres a cambio, pero te escucho… ¿Y no me va a decir cómo se llama, caballero?- Observando la pila de libros que habían caído a sus pies, añadí, agachándome para recogerlos.- Y los libros no se tocan.
Toda la preocupación le vino encima cuando lo llevé a su habitación y le dije que se tenía que bañar. Era obvio, y él lo sabía de sobra, puesto que tenía tanto la cara como las manos llenas de tierra del jardín. Por no hablar de la ropa, que no estaba hecha precisamente para revolcarse por el suelo.
-No…Venga, Sia, luego…Después de merendar…De verdad.-dijo haciendo pucheros. Si había algo que no soportaba (y yo no entendía) era su fobia por el agua. En eso era igualito a Nyx, no le gustaba nada, y no podíamos dejar que ninguna criada lo ayudara a lavarse: los gritos se oían en todo el castillo. Por esto, era su madre la que lo hacía siempre. Y desde que se fue me tocaba a mí.
-Lo siento, Aran, pero no creo que pueda aguantar ni una hora más teniendo un mapache por hermano.-dije riéndome y poniéndolo delante del espejo para que viera las manchas negras que tenía debajo de los ojos. El niño sonrió un poco al ver su reflejo.-Además, tú quieres ser un hechicero súper importante. ¿Crees que ellos llevan alguna mancha en los pantalones? No, ¿verdad?
De ese modo conseguí estar peinándole el cabello castaño mojado en menos de media hora. Cuando acabé dejé que se fuera a las cocinas a merendar y me dirigí a la biblioteca de nuevo, donde supuse que llevarían al humano.
Mientras caminaba por el pasillo me fui fijando en que el único que se había bañado no era Aran; yo también tenía parte del pelo mojado, así como el vestido. Me desenredé distraídamente el cabello con las manos para que se secara antes y entré en la estancia, donde esperaba el hombre de antes.
“¿Es el mismo?” pensé nada más verlo. Aparentaba mucha menos edad, quizá no llegara a los treinta.
Aun así, mi sorpresa por su nueva apariencia (parecía otro) duró poco, ya que mi atención se centró en el comentario que acababa de hacer al guardia. No pude evitar que una carcajada brotara de mi garganta, divertida.
-Sí, hacedle caso, retiraos. No me supone ningún peligro.- dije observando cómo asentía y se iba el guardia. Me senté enfrente del humano, que parecía más centrado que antes.- ¿Qué, tus modales también se los ha llevado el agua? Bueno, me han dicho que tienes información que me interesa. No sé qué quieres a cambio, pero te escucho… ¿Y no me va a decir cómo se llama, caballero?- Observando la pila de libros que habían caído a sus pies, añadí, agachándome para recogerlos.- Y los libros no se tocan.
Iresia Elanessë- Aventurero
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Re: oiwhnfgjkbe4gt
Y después de aquella noche tan larga, hice lo propio y dormí. Quería dormir lo bastante como para sentirme nuevo al despertar, y eso hubiera sido tanto tiempo que de haberlo hecho, no habría despertado con un escalofrío en la piel, a la vez que las cinco cabezas rodaron por el suelo de la plaza donde horas antes había comenzado el bullicio habitual desde la salida del sol. El grito ahogado de la ciudad entera, arremolinada entorno al espectáculo, llegó hasta el interior de las murallas del castillo, pero lo peor fue el silencio que prosiguió. Un silencio que nadie se atrevía a romper, incluido yo, que tuve pánico de ser el primero en hacerlo. Miraba por la cristalera, a los pies de la cama, y observé sin moverme como todo volvía a la normalidad y la plaza se convertía de nuevo en lo que era, el centro del comercio. Hizo falta más de una hora para que los adoquines que la formaban olvidaran lo ocurrido, o al menos fingieran hacerlo.
Para cuando esto sucedió yo me encontraba sumergido entre el agua del baño, como habría hecho hace tiempo después de una noche más larga de lo habitual. Y es que si bien dormí muchas horas, no habían sido suficientes para que mi cabeza se despejara. Interrogar a los hombres no había sido suficiente ni para empezar a aclarar las demasiadas preguntas que a todos nos habían asaltado tras lo ocurrido, por no hablar de aquellas preguntas que aquella noche dejaría en mí y difícilmente podría responder algún día, relacionadas con lo que ocurrió antes de que Harias irrumpiera alarmado en mi estancia del castillo. ''Y gracias a los dioses que lo hizo'' pensé para mis adentros. Salí del baño con aquellos pensamientos aún en mi cabeza, y mientras escuchaba como el nivel del agua descendía con lentitud del baño y caía por mi cuerpo hasta el suelo, me miré al espejo, y sonreí al ver aquella maraña de pelo morena que nunca había tenido solución. Después de secar aquellos cabellos que apuntaban en todas las direcciones, recordé aquel tiempo en que mi rostro había sido ligeramente más joven e incluso se podía encontrar en él un atisbo de niñez. Y tardé mucho en que se pareciera lo más posible a aquellos tiempos, pero jamás había sido paciente ni mis manos habían adquirido con el tiempo la delicadeza necesaria para ello. De todas formas, el resultado no me desagradó.
Para cuando esto sucedió yo me encontraba sumergido entre el agua del baño, como habría hecho hace tiempo después de una noche más larga de lo habitual. Y es que si bien dormí muchas horas, no habían sido suficientes para que mi cabeza se despejara. Interrogar a los hombres no había sido suficiente ni para empezar a aclarar las demasiadas preguntas que a todos nos habían asaltado tras lo ocurrido, por no hablar de aquellas preguntas que aquella noche dejaría en mí y difícilmente podría responder algún día, relacionadas con lo que ocurrió antes de que Harias irrumpiera alarmado en mi estancia del castillo. ''Y gracias a los dioses que lo hizo'' pensé para mis adentros. Salí del baño con aquellos pensamientos aún en mi cabeza, y mientras escuchaba como el nivel del agua descendía con lentitud del baño y caía por mi cuerpo hasta el suelo, me miré al espejo, y sonreí al ver aquella maraña de pelo morena que nunca había tenido solución. Después de secar aquellos cabellos que apuntaban en todas las direcciones, recordé aquel tiempo en que mi rostro había sido ligeramente más joven e incluso se podía encontrar en él un atisbo de niñez. Y tardé mucho en que se pareciera lo más posible a aquellos tiempos, pero jamás había sido paciente ni mis manos habían adquirido con el tiempo la delicadeza necesaria para ello. De todas formas, el resultado no me desagradó.
Gïo- Principiante
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Simple Black :: Diversion y Arte :: Rol e historias :: Rol
Página 3 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.