Evolución

No terminaba de acostumbrarme a aquella sensación. La magia del teletransporte era muy cómoda y fácil de emplear, pero en cuanto aquella nube gaseosa te envolvía notabas como se te escapaba el oxígeno de los pulmones por unos instantes...en definitiva, no era plato de buen gusto.
Pero bueno, omitiendo el desagradable aspecto del corto viaje, por fin había llegado a las puertas del Reino del Invierno, y allí de pie como un majestuoso guardián, se encontraba esperándome el capitán de la guardia real:
- Bienvenido Zael, el príncipe le espera.
Asentí con la cabeza y le seguí por un laberinto de pasillos labrados en mármol blanco hasta llegar a las habitaciones del príncipe. Dio tres toques a la puerta y tras oír una afirmativa, entré.
- Buenas noches príncipe, siento importunarle a estas horas de la noche. Me llamo Zael y estoy a su servicio - dije mientras hacia la reverencia

- Levántate- Dije, aún con ojos legañosos al acabar de ser levantado. No estaba demasiado acostumbrado a estas situaciones, pues era solo la segunda vez que debía recibir a los bienllegados al castillo del reino del invierno en ausencia de mi padre. Además, no solían llegar muchas visitas cuando él se ausentaba. Zael, ¿Había dicho? Reconocí enseguida los ropajes de la torre blanca, aún más al norte del continente.
- Mi padre se ha ausentado durante un breve periodo de tiempo y te recibirá en cuanto llegue. Mientras tanto dormirás en una de nuestras mejores habitaciones para invitados- Aún así, sentía curiosidad- Cuéntame, Zael. La nueva hornada de magos, por así decirlo, llegó hace meses. ¿Te envían para algo en especial?- Tenía sospechas sobre para qué le había traído mi padre. Aunque no estuve seguro de ello hasta oír su respuesta. La magia no era lo mío, y mi padre no quería oír hablar de que cumpliera los 17 sin tener nociones básicas de magia. A pesar de todo, con solo 12 años ya sabía manejar perfectamente la espada. No necesitaba de un arte para matar en la lejanía, sin ser visto ni dar al enemigo opciones de defenderse.

- Como bien sabe, príncipe, todo futuro gobernante debe tener unas nociones básicas de la magia para poder defenderse en caso de que no disponga de nada más, o simplemente para poder huir rápidamente. Aunque enseñarle los entresijos de la magia no es mi único cometido. No se si estará al tanto, pero cuando un príncipe llega a una determinada edad se celebran unos..."exámenes" especiales en la Torre de la Magia Blanca, en los cuales se decide cual es el alumno más poderoso y con mayor destreza de toda la Torre, quien pasara a servir al futuro rey y sera su Guardián Mágico, si usted lo desea así. Pero si por deseos de su alteza desea que otro ocupe mi cargo, solo tiene que ordenarlo - dije con otra reverencia.

Habían pasado los años, y con ellos la amistad entre James y Zael había crecido hasta convertirse en prácticamente hermanos. James tenía 17 años ahora, y había llegado el momento de su vida. Debía cumplir la prueba de la sangre, hacerlo era uno de los tres requisitos que todo príncipe del invierno debía cumplir para sentarse en el trono y gobernar en las tierras del Invierno. La segunda, era contraer matrimonio con un amor verdadero, y tener hijos para asegurar la continuidad de la familia en el trono. Antes o después de estar casados, debían engendrar hijos para que ellos tuvieran la oportunidad de llegar a ser reyes de cumplir los 3 requisitos en un futuro. El tercer, era algo obvio. Cualquier príncipe no podía ser nombrado como rey mientras su padre, el vigente, siga con vida.
Y el caso era que nadie le había desvelado a James en qué iba a consistir su prueba. Todo cuanto sabía era que se basaba en traer algo de las islas del norte, aunque era prácticamente como no saber nada. El viaje de ida y vuelta era muy duro de por sí, aunque según las tradiciones, insuficiente pera el futuro rey del Invierno. Podía llevar su espada, y a falta de tres semanas, podía escoger a tantos acompañantes como deseara, sin superar el límite de cinco. Y por el momento solo se había ofrecido a acompañarle Zael, tanto por amistad como por obligación como su guardián. Le había repetido una y cien veces que no era necesario, pero el mago, que era capaz de hacer cosas increíbles, pensaba ir igualmente. Y agradecía su presencia. Le había tomado mucho cariño en aquellos cinco años.

Suspiré mientras abría la puerta de la biblioteca con un gesto de mi mano y le volvía a repetir lo que ya le había dicho mil veces:
- ¿Cuantas veces tengo que decirte que no pienso dejarte solo en ese viaje? Es demasiado peligroso, y por muy bien que pelees con ese pincho al que llamas espada, al cual no se por qué le tienes tanto cariño, es imposible que salgas ileso de aquellas islas tu solo. ¿Tienes idea de las criaturas que abundan por allí? Hasta el Serafín de la Orden Mágica tendría que andarse con cuidado por esas islas si no quiere terminar sin brazos.
>Ahora bien, o me ayudas a buscar información sobre las Islas del Norte y las criaturas que habitan en ellas o me dejas tranquilo para que haga mi trabajo...majestad - dije con cierta sorna mientras le daba un golpecito en la frente con mi dedo índice.

- Llevamos meses buscando información, y quedan meses aún antes de que tengamos que partir. No todo encontraremos la mitad de las cosas a las que tendremos que enfrentarnos ahí fuera. Sobre la mitad de esas cosas, de hecho, nadie ha logrado escribir nada al no volver con vida de encontrarse con ellas. Haber leído antes sobre ellos no hará que superemos los peligros, pero mi pincho y tus chispitas si- Dije, sonriendo.
No iba a funcionar, Zael seguiría obcecándose con su reconocimiento del terreno y su conocimiento, y yo en mi habilidad con las armas. Ninguno de los dos iba a ceder, y no existía en termino medio.
- Buscaré algo por allí.
La biblioteca estaba repleta de libros sobre antiguos reyes y caballeros del invierno, que habían realizado aquel mismo viaje y más peligrosos aún, por todo el continente, contra todo tipo de criaturas. Personajes que a día de hoy eran considerados héroes. En el fondo, me gustaba leer sobre aquellos héroes. Algunos eran increíbles, la mayoría, aunque era imposible conocerles a todos. Encontré algo interesante en un gran libro, en una tapa que como la mayoría, no tenía letra alguna. Los títulos de los libros se encontraban en la primera página: El viaje del rey Haron Weng, peimero de su nombre.
Pasé hojas, hasta que llegué a un trozo que me impactó. Llamé a Zael y le tendí el libro por aquella página. No tenía del todo relación con lo que buscábamos, pero sencillamente era algo que quería conocer.
- ¿Que sabes del rey Haron?- Le pregunté. No me interesaban la mitad de las cosas que pudiera contarme- ¿Y de su espada?- Si, de eso quería saber.

En cuanto vi su nombre recordé toda la historia que nos contó el profesor Karín, de historia de la magia y los reyes, en la Torre de la Magia Blanca.
- Ah si, Haron Weng, uno de los reyes más grandes y poderoso que el reino nórdico ha conocido. Fue un prodigio, a los 15 años ya descansaba en sus hombros la responsabilidad de todo el reino tras la prematura muerte de su padre. En cuanto a su espada...Omlir...antiguamente cada rey del norte forjaba una espada mágica con la ayuda de un Serafín. Se suponía que esta le aportaba la magia de la que carecían la mayoría de los reyes...mira, otro parecido contigo - dije con sorna...hasta que vi aquella sonrisa en su cara que en seguida heló la mía.
- Espero que no estés pensando lo que creo que estas pensado...James, ¿tienes idea de por qué ya no se fabrican esas espadas hoy en día? Espero que esto te borre esa sonrisa de la cara: la magia que forja esas espadas es muy poderosa y ancestral, pocos magos en el mundo la conocen y conlleva demasiados riesgos para el mago. El motivo por el que ya no se hacen esas espadas, es porque el último Serafín que lo intentó con su respectivo rey...terminó muerto. Desde entonces la Torre de la Magia Blanca se negó en su totalidad a intentarlo más...fue un duro mazazo para sus pilares.

- ¿Por qué murió el último serafín?- No pensaba rendirse tan pronto.

- Como ya te he dicho es una magia extremadamente antigua, poderosa y peligrosa para el mago. Es un arte casi perdido, y por poco no se considera magia negra después de aquel incidente. Tienes que estar muy bien preparado, porque el más mínimo error puede llevarte a la muerte: eso fue lo que le pasó al Serafín. No se si sería un error en las runas místicas o en los sellos, o en la invocación de los elementos o en que, pero aquella vez algo falló, y desde entonces está prohíbido para cualquier mago de la Torre realizar esos conjuros. La Orden mágica no puede permitirse la muerte de un Serafín.

- Pero tú sabes hacerlo- Se dio cuenta, al oír sus palabras. No era extraño pensarlo, estaba seguro de que Zael tenía un poder superior al de la mayoría de los serafines a su edad. De hecho, muchos serafines habían llegado al poder rebotados y la magia había sufrido grandes crisis a lo largo de la historia- Quiero decir... ser un serafín no es un requisito indispensable.

Se había vuelto loco. Definitivamente, se había vuelto loco.
- ¿Me estás diciendo que quieres que te ayude a forjar una espada mística? - dije con cara de horror - ¿qué parte de prohibido, de muerte y de complicado no has entendido?

No le respondió, simplemente agachó la cabeza. La verdad era que dicho así, sí parecía una locura. Aunque la idea no abandonó la cabeza de James. Lo intentó, aunque no pudo evitar imaginarse durante los siguientes días, semanas, blandiendo una de aquellas espadas. Bajaron más días a la biblioteca, y el siguió leyendo. Sobre aquel rey y muchos otros, sobre héroes que se habían quedado en el camino a la realeza y aún así habían realizado gestas increíbles con una espada mágica en la mano. Aunque hacía siglos que los héroes habían muerto, con la magia de las espadas. Cuando dejaron de forjarse, los hombres del invierno bajaron a un plano mucho más terrenal al que habían tenido durante siglos.
Leyó sobre espadas envueltas en llamas que nada podía apagar, aceros capaces de cortar montañas y ríos y espadas frías como el invierno, que arremetían con toda la fuerza de su estación. Aunque sin embargo, no volvió a mencionar el tema a Zael.

- Bueno creo que ya hemos recopilado suficiente informacion para el viaje, lo que necesite ya lo buscare yo en mis ratos libres. Es hora de ver tu nivel de magia.
> Bien, he sido tu maestro en la magia desde hace 5 años, pero como no estoy en tu mente no se de lo que te acuerdas, ya que llevamos meses sin practicar. Asi pues, haz los honores - rei

Aquello me dejó parado. No tenía la más remota idea de qué hacer, aunque al hacer memoria, vino a mi cabeza el único ejercicio que había considerado útil en una batalla real. Cerré los ojos, sonriendo, y me concentré en un punto de mi habitación. El punto en el que sabía que se encontraba el objeto que quería transportar. Me concentré en imaginar la sala con todo el lujo de detalles posible, y en especial la zona de alrededor de la espada. Extendí el brazo derecho, con la mano abierta, y ésta no tardó en aparecer allí. Cerré rápidamente la palma de la mano, para que ésta no cayera al suelo y cuando abrí los ojos sonreí. Zael comenzó a reir a carcajadas, como si ya esperara que realizara ese mismo hechizo con ese mismo objeto.

Me rei por no llorar. En cuanto pude dejar de convulsionarme senti la sangre hervir y como mis ojos echaban chispas.
- ¿Me estás diciendo que despues de 5 años enseñandote el arte de la magia blanca, lo unico que sabes hacer es convocar el pinchito? - hice que un rayo cayera al lado suyo, de forma que cayo dando un traspies - Explicame una cosa ¿como habrias parado ese rayo si lo hubiera lanzado justo encima de tu cabeza? Es mas, esta vez la espada has podido convocarla porque sospecho que sabias donde estaba, pero ¿y si hago esto? - hice que la espada apareciera en mi mano y la lance hacia el bosque profundo con una rafaga de viento

Estaba en el suelo, rojo de rabia. Notaba la sangre hirviendo en su interior y por unos instantes se quedó allí, ajeno a lo que ocurría a su alrededor. Notó como la espada se desvanecía entre sus manos, la fuerte ráfaga de aire que se la llevó bosque adentro, casi en el centro de éste. Se levantó, rebotado, mientras casi sin saber como, hacía que Zael saliera disparado contra las murallas del castillo por pequeñas llamas que salían de su interior. No supo de donde exactamente, ni como las había expulsado. Solo que cuando estuvieron fuera, una especie de adrenalina le recorrió el cuerpo. Zael consiguió parar antes de llegar a ser estampado contra las murallas, aunque eso James llegó a verlo solo de refilón. Oía gritos, aunque no se paró. Siguió corriendo hacia el bosque, con la intención de no volver sin su espada.
Tardó mucho en calmarse y dejar de correr. Se encontraba en pleno Bosque Sagrado, y llegaba a oír desde allí el río que desembocaba en el Mar del Norte. No supo hacia dónde ir. Pensó en la posibilidad de que Zael hubiera hecho volver la espada con él, aunque la descartó pronto. Y aún de ser así, no iba a volver para asegurarse. Su orgullo llegaba a eso, y no volvería sin su ''pincho'' en la mano, sin haberlo encontrado por él mismo. No tardó en reconocer el punto exacto en el que se encontraba del bosque, al encontrarse con el gigantesco árbol que lo coronaba, en el centro. Su espada no debería estar lejos, la había visto caer cerca.
Cuando al fin la encontró, cerca de la orilla, se sintió aliviado. Estaba oscureciendo, así que se dispuso a volver a casa. Su padre estaría preocupado, y dudaba que Zael también, aunque no le importaba. Volvió a encontrarse con el gigantesco árbol a la vuelta, y supo que aún quedaba bosque hasta llegar al castillo. Hacía rato ya que el bosque se había convertido en un lugar oscuro, y el sol que quedaba se adentraba entre las hojas de los árboles en el crepúsculo del día. Comenzó a hacer frío, y cuando la noche aún no había llegado pequeños copos de nieve empezaban a caer. Sentía escalofríos en los brazos desnudos, y el bosque entero no tardó en estar cubierto casi por completo de blanco. La nieve se había convertido en ventisca, y hacía cada vez más frío. Sabía que no debería quedar mucho antes de dejar el bosque atrás y adentrarse en el calor del castillo, en una chimenea de su habitación, así que se decidió a no detenerse. Aunque de pronto, a lo lejos, encontró una silueta dibujada en la nieve que caía. Era una forma humana, o eso le pareció.
No le quedaban demasiadas fuerzas, aunque las empleó en intentar llegar hasta aquella extraña figura, que no se movió al ver que se acercaba hacia ella. Notaba la cómo el frío le había subido a la cabeza, en forma de fiebre. Cuando estaba tan cerca de la silueta, que reconoció como de mujer, cayó al suelo al tropezar con una piedra. Los ojos se le empezaron a cerrar, y aunque luchó por impedirlo, estaba demasiado cansado. Sin embargo, momentos antes de perder la conciencia, pudo ver algo que se movía entre los árboles hacia él, aquella figura femenina. Se agachó, o al menos eso creyó. Tal vez hubiera comenzado a soñar ya.

Wow, suerte que habia sido capaz de amortiguar el golpe contra la muralla.
Sabia que era capaz de bastante mas y me alegraba de que aquel truquito del enfado hubiera surtido efecto.
La unica pega es que ahora tenia que encontrarlo, y los hechizos de teletransporte no sirven cuando la persona no quiere ser encontrada...no me hacia falta intentarlo para darme cuenta de que me queria lejos. Por aquello que acababa de hacerle podria ordenar que me mataran, pero sabia que no lo haria.
Empece a correr por el bosque y, por suerte, fui capaz de encontar el rastro magico que dejaba a su paso, aunque era muy debil ya. Atravese una zona especialmente frondosa del bosque y...alli estaba, tirado en el suelo y hecho un ovillo. Corri hacia el y me agache para comprobar que estaba vivo. Habia estado apunto de morir de hipotermia asi que le aplique un hechizo termico.
- Menos mal que estas inconsciente, sino no podria hacer esto... - dije para mi mismo al tiempo que la nube del teletransporte nos envolvia y llevaba directamente a sus habitaciones.
Tras dejarlo en la cama le suministre un hechizo de sanacion y...y hubo algo que llamo mi atencion en su mano derecha: tenia tatuada la cabeza de un lobo de un color blanco niveo.
Llame a los magos de guardia para que cuidaran de el mientras yo iba a la biblioteca a investigar sobre aquello.
- Llamadme en cuanto despierte - asintieron con la cabeza.
Era de lo mas extraño...

Cuando despertó, se encontraba extrañamente mareado. Era de noche ya, podía verlo por la ventana. La luna arrancaba destellos a las copas de los árboles más allá de la llanura y en medio de la oscuridad. Se preguntó cuánto tiempo llevaba allí, cuantos días o cuantas semanas. Se incorporó, y nada le dolía. De hecho, quitando aquella mareante sensación que no tardó en desaparecer, se encontraba como nuevo. Se dio cuenta de que a su alrededor había mas gente, que encendieron la luz en cuanto se incorporó en su cama. Pudo reconocer a algunos, eran magos al servicio de Zael.
- ¡Príncipe!- Exclamó uno- Ha despertado.
- Iré a avisar al señor, no se mueva.
Hizo caso omiso, y apoyó los pies en el suelo sentándose en la cama.
- ¿Cuanto tiempo he dormido?- Preguntó al acostumbrarse a la luz.

Estaba enfrascado en un libro de magia arcaica cuando uno de los magos que cuidaba a James vino a avisarme de que este habia despertado.
Puse el marcapaginas y me levante apresuradamente para dirigirme a sus habitaciones. Cuando llegue estaba sentado en la cama, aunque no le habian dejado levantarse.
Me sente al lado suya y le sujete la cara a ambos lados. No, parece que no hay rastro de magia en sus ojos Normalmente cuando se lanzaba un hechizo sobre una persona se notaba algo distinto en sus ojos, ya fuera una dilatacion de las pupilas o un leve cambio en la tonalidad del iris.
Vi que me miraba de forma extraña asi que me apresure a aclarar:
- Mirate la mano - en cuanto vio la marca agrando los ojos - no se que tipo de magia sera, pero no ha dejado ningun rastro en ti excepto esa marca, asi que debe de ser muy antigua y poderosa...si es que es magia.

Aquello me impactó en la cara como una gélida bocanada de aire frío. El lobo tatuado en mi mano, que me hizo recordar a aquella mujer en mitad de la ventisca.
- ¿Que va a ser, si no magia? Madre de dios, ¿que significa el símbolo? Dime que lo sabes.
Traté de recordar detalles y más detalles, de estrujarme la cabeza, aunque todos ellos terminaban con aquellos ojos arrodillados ante mí, y un contacto gélido en mi mano, un contacto que podía distinguir entre el que me provocaba la nieve y el viento. Recordé la fiebre y la pérdida del conocimiento. Y ya era demasiado que recordara todo aquello, supe que no conseguiría nada más.
- Recuerdo a una mujer...- Dije, como si en aquel tiempo hubiera estado intentando recordar detalles sobre ella para describirla, que no conseguí- Estaba en medio de la ventisca, como si nada. Traté de alcanzarla y cuando caí al suelo fue ella quien se acercó a mí. ¿Puede alguien decirme cuanto tiempo ha pasado ahora?- Las palabras salían de mi boca atropelladas, como si quisiera acabar cuanto antes de ahblar y esperar que zael me explicara todo lo que estaba sucediendo. Necesitaba respuestas.

- Dos dias, pero restale importancia, estuviste a punto de morir de hipotermia - dije sin darle importancia al hecho.
- Voy a probar una cosa pero necesito que estes tranquilo ¿de acuerdo? - asintio, asi que coloque la mano por encima de su cabeza sin llegar a tocarle e intente rozar los recuerdos de aquella noche oscura...pero hubo un fogonazo de luz que me lanzo contra la pared, recibiendo un fuerte golpe que provoco que un sacudida electrica me recorriera la columna.
No podia moverme bien y solo tenia un ojo abierto, cerrando el otro por el dolor. Intente incorporarme pero resbale y cai:
- Eso es realmente magia poderosa...

Yo también sentí la luz, aunque en mi caso se trató de un simple cosquilleo que recorrió toda mi espina dorsal, casi como si yo hubiera provocado el hechizo y aquella bocanada de electricidad hubiera salido de mí. Me levanté rebotado de la cama al ver a Zael estampado contra la pared.
- ¡¿estas bien?!- chillé- Por el amor de dios, no os quedéis ahí pasmados, ¿queréis ayudarle?

Al grito de James salieron todos corriendo, dos me ayudaron a sentarme en la cama y otro me aplico un hechizo de sanacion. Al instante note como el dolor menguaba poco a poco.
- Si, tranquilo, solo son efectos secundarios. No se quien seria aquella mujer de la que hablas, pero desde luego uso una magia extremadamente poderosa...dudo mucho que ni siquiera un Serafin o incluso todo su consejo pudiera penetrar en esos recuerdos. Pero eso es imposible, no existe magia mas poderosa que la de los consejos de los Serafines, incluso la Torre de la Magia Roja tiene un poder similar, pero no superior ni inferior. Tengo que investigarlo, y deberia contactar con la Torre - intente levantarme pero aun estaba debil y volvi a caerme - Maldita sea!

Todo había quedado en incógnitas y un sitio en el que intentar buscarlas, de modo que dedicamos los siguientes días a preparar el viaje al Reino del Verano, para que Zael pudiera visitar la torre de la magia roja, donde tal vez encontrara respuestas sobre la marca en mi mano, la extraña mujer en la nieve... Personalmente, era algo que me emocionaba. Nunca había ido al sur, y sabía poco sobre el lugar, pero a pesar de ello, el misterio que guardaba el Reino del Verano hizo que olvidara mi preparación durante el viaje. Además, según Zael, no desatenderíamos mi entrenamiento durante el viaje. Aunque eso no era algo que me agradara especialmente, claro...

Acababa de terminar de dibujar el pentagrama de runas en el suelo: era la unica manera de entrar directamente a la Torre de la Magia Roja, y aun asi debian darnos permiso antes.
- Cuando lleguemos nos recibira el Serafin, asi que dejame hablar a mi. Ah, y que no se te olvide la reverencia, tu seras el rey del invierno, pero el es el Guardian de toda la magia en el sur, y en esa Torre el es la ley.
En cuanto los contornos de las runas del pentagrama se iluminaron supe que teniamos via libre. Entre en el y dije:
- Ponte al lado mia dentro del pentagrama - cuando lo hubo hecho empece la corta letania que poco a poco fue aumentando de volumen y senti como aquella niebla caracteristica nos envolvia y asfixiaba por un instante...hasta que todo se volvio claro otra vez, y alli estaba, imponente en toda su longitud.
- Saludos Raikyon, Serafin de la Torre de la Magia Roja - dije mientras me inclinaba - Soy Zael, Guardian Magico del futuro rey del invierno, y mi compañero es James Weng, principe del Norte. He solicitado audiencia con usted porque en la Torre de la Magia Blanca estamos desconcertados acerca del significado de esta Marca - conclui mientras señalaba la mano de James- esperaba que usted pudiera disipar esas dudas.