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Mensaje  YarekIX Dom Abr 17, 2011 6:23 pm

Una dulce mañana primaveral, las mariposas revoloteaban en los dulces jardines del pueblo de Yuba, los escarabajos alborotaban alrededor de la sabia de los árboles, las abejas se acercaban al dulce polen de las flores para succionarlo y hacer miel. Ann se hallaba reposando junto a Daki, su hermosa águila, junto a un viejo riachuelo en la falda de una preciosa ladera, llena de pinos, castaños, arboles limoneros, manzanos, cerezos. Ella era una joven risueña de quince años, nacida en la joven primavera de 1995, exactamente el 16 de mayo. Desde pequeña ella no había sido como las otras niñas, ella jamás soñó ser una princesa, ella soñaba con ser la guerrera de un reino. Ann tenía el pelo corto, a la altura de las orejas y castaño, unos dulces ojos color avellana, medía cosa de un metro setenta, su sonrisa era traviesa y en su mirada se hallaba su amor por los seres vivos. Ella no buscaba encontrar a su príncipe, ella solo quería divertirse y formar parte de alguna leyenda llena de magia, nigromantes, hadas, gnomos, enanos, elfos… y así era, ella en sus sueños era una Paladina de un reino mágico, su maestro la enseñaba magia cada noche y su águila allí era un animal gigante y ella volaba en su lomo por las altas cumbres de unas montañas de fuego, pero, todo era un sueño, al menos hasta ahora. A causa de estar siempre soñando y su viva imaginación, en el instituto se metían con ella, apenas tenía unos pocos amigos, tan locos como ella, que disfrutaban con pequeñas cosas como unos palos y una dulce tarde de verano para construir una fortaleza imaginaria y vivir grandes aventuras.

De pronto, mientras Ann observaba las hojas del cerezo que se hallaba junto a ella un aire huracanado comenzó a soplar con fuerza, cuando paro, Daki se puso muy nervioso, mirando a algún lugar entre los bosques, la joven, completamente confusa miro a donde apuntaba el animal con su pico, y allí, con ropas extrañas, una dulce melena del color azul del cielo y unos ojos enormes grises se alzaba una niña, de su misma edad, observándola. Ann se levantó, con el corazón a varias pulsaciones más rápidas de lo normal y clavo sus ojos en la joven.

-¿Quién eres?-Preguntó

-No…-Contesto la muchacha y comenzó a correr bosque a dentro. Ann, sin saber por que, la siguió. Al cabo de un rato esquivando ramas y saltando raíces llegó a un pequeño claro y en el centro estaba aquella niña, mirándola.

-¿Quién eres?-Volvió a repetir Ann, pero esta vez, la única respuesta que obtuvo fue que la muchacha le tendiese la mano, que tenia un símbolo extraño en la palma. Ann, impulsada por una extraña fuerza, agarró la mano de la joven. El viento huracanado volvió a resurgir de la tierra, formando un torbellino alrededor de las dos jóvenes, Ann perdió el conocimiento.

Cuando volvió a abrir los ojos, se topo con los de la muchacha y sus mejillas se sonrojaron. Se levantó a duras penas y observó su alrededor. Se hallaba en una pequeña cueva en alguna montaña y, lo primero que pensó fue que la habían raptado, cuando estaba apunto de gritar, la joven la interrumpió.

-A ti te gusta la magia ¿verdad?-Dijo la muchacha de cabello azul.

-Sí…-Titubeó Ann

La joven la cogió de la mano y se dirigieron fuera de la cueva. Cuando Ann se acostumbró a la luz, observó con asombro aquel bello paisaje que ya había visto más de una vez. Se hallaban en una cueva en la ladera de una montaña rojiza, de fuego, y ante de ellas había un gran bosque de bellos arboles naranjas, a lo lejos una gran cascada y una isla con un reino. La muchacha que acompañaba a Ann comenzó a correr ladera abajo y esta la siguió, en poco tiempo ya estaba dentro del bosque, y Ann pudo observar, fascinada, a las hadas que jugueteaban alrededor de los arboles, a lo lejos, pudo observar unas cabañas, y por fuera, paseando, unos cuantos elfos. Ann sonrió, era feliz en aquel lugar. La muchacha se giró y la observó.

-Aquí podrás hacer magia cuando quieras, solo tienes que desear hacerlo para que se haga realidad.

Ann cerró los ojos y soñó volar, cuando los abrió se hallaba en lo alto de las copas de los árboles, junto a su nueva compañera. Comenzaron a volar en dirección al reino, haciendo piruetas, atravesando nubes, divirtiéndose. Cuando llegaron, Ann descubrió con asombro que los que habitaban esos lares eran gnomos, enanos y duendes. Bajaron al patio del castillo y su nueva amiga le presentó al rey gnomo, que le dio la bienvenida con un hermoso festín y un baile con música parecida a la celta. Al terminar, su compañera la sacó a los jardines y la enseñó algunas hermosas flores que jamás había visto.

-¿Sabes? Yo sueño con este lugar… siempre. ¿Esto es un sueño?-Dijo Ann y la muchacha la miró, dubitativa.

-Creo que no, no se, si es un sueño ¿Tu me estas soñando ahora?

-Se supone que sí…

-¿Y por que sueñas conmigo en vez de con un príncipe que te salve de las garras de un malvado hechizo?

-Porque los príncipes salvan princesas, y yo soy una guerrera, no necesito que nadie me salve.-Contestó Ann

-Querrás decir, que en tus sueños eres una guerrera, por que ahora mismo yo veo a una simple niña, con una camiseta negra y unos vaqueros.

La joven comenzó a dar vueltas alrededor de Ann y, ahí fue cuando ella comprendió que no estaba soñando, era real, estaba allí de verdad, en un mundo mágico, pero no había nigromantes, como ella había soñado.

-¿No tenéis un nigromante que os ataque o os encierre?-Preguntó de forma muy inocente.

-No. Ya nos libramos de él hace tiempo, no siempre se esta en problemas, después de la tormenta, siempre llega la calma, ¿sabes?-La joven miró al cielo y suspiró-Tienes que irte, ya esta anocheciendo.

-¿Irme?-Preguntó Ann. Algo acababa de golpear con fuerza su corazón.-No quiero irme, allí nadie me necesita.

-Mentira. Tienes que volver por que si no te extinguirás allí, todos somos irremplazables, inigualables, inimitables, especiales, y te necesitan allí, por que hay pocas personas tan buenas como tu, aquí no te necesitamos, tu eres una guerrera y en este mundo no hay problemas, en el tuyo hay gente a la que puedes ayudar, no dudes que si entramos en guerras correré a buscarte.

-Al menos… dime tu nombre.-Contestó Ann, sonrojándose, justo cuando el viento huracanado empezaba a rodearla, lo último que escuchó fue el nombre de la joven, casi extinto en el ruido del viento al girar, ‘’Luna’’. Y así fue como Ann aprendió a apreciar a todo el mundo, luchar por sus ideales y ayudar a todos por igual, sintiendo, en el fondo, una gran angustia por no poder regresas a aquel lugar, con Luna.

YarekIX
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